Blogia
Afanas

[AD] Turno 3 [Amroth] [Shadril] [Montañas, Mañana]

[AD] Turno 3 [Amroth] [Shadril] [Montañas, Mañana]

Montañas de la Boca del Desierto, 12 de Tarsakh (abril), 1372 CV Año de la Magia Salvaje. Por la Mañana.

Una vez Amroth se reunió con el grupo y hubo contado lo que había observado cerca del torreón, Aramir lo tuvo claro: - ¡Por fin algo de compañía! Vayamos a ver de quien o qué se trata. Si son amigos nos cobijaremos de la lluvia y podremos hacer un buen fuego y charlar con ellos.  Quizás tengan información interesante…Por otro lado, si no son amigos, estaría encantado de poder entrar en acción de una vez por todas, e igualmente podríamos encontrar información, además de un lugar a resguardo y un punto de control del camino para el tiempo que estemos allí.- Por si no son amigos, convendría que no nos oyesen llegar. Con toda esa chatarra que llevas nos oirían llegar antes de que supiésemos de quién se trata, y desde luego el factor sorpresa es algo importante.-  … - Shadril contuvo por un momento el aire, ¿cómo se lo tomaría el guerrero?

- Buenoooo… venga, yo me quedo atrás, donde no me puedan oír. Si hay pelea ¡Gritad! – dijo Aramir con una risotada.

Por fin empezaba a encontrarse de mejor humor.Juntos, los tres aventureros avanzaron por el camino guiados por el explorador elfo hasta el lugar donde descubrió el rastro. Amroth mostró a sus compañeros la cueva donde se habían refugiado los humanoides. De no ser por su guía, sus compañeros lo hubiesen pasado por alto con toda seguridad.

Como él mismo sugirió, Aramir hizo guardia, arrimado a la pared de roca tratando de protegerse un poco de la lluvia, mientras sus compañeros elfos iniciaron la escalada. La lluvia dificultaba el ascenso pero por suerte era un trecho corto. Shadril dejó que su compañero, más experimentado en semejantes cuestiones, le mostrara el mejor camino a seguir, los mejores asideros para subir, y en poco tiempo, ambos elfos estaban en la entrada de la cueva sin más contratiempos.

El cambio fue agradable. Aunque la entrada era angosta y la cueva olía a humedad, al menos estaban a resguardo de la lluvia. La abertura de la cueva no era muy grande, podían pasar erguidos pero sólo de uno en uno. Cuando Shadril cruzó el umbral de la cueva, le vino a la mente el voluminoso cuerpo de su amigo humano, enfundado en su armadura, tratando de pasar por ahí. No dudaba que lo consiguiese, pero sería algo digno de ver.

Por suerte la cueva se hacía un poco más ancha a medida que avanzaban. Seguían sin poder caminar uno al lado del otro, pero podían avanzar con cierta comodidad. No habían dado una docena de pasos dentro de la cueva, cuando pudieron ver un resplandor al fondo, casi al mismo tiempo que alcanzaban a oír varias voces, al menos dos. Ninguno de los elfos pudo distinguir palabras ni entender lo que decían. Pero el timbre de las voces y el sonido del idioma hicieron que ambos se imaginasen a las mismas criaturas: goblins.

Tan en silencio como podían (lo cual es decir mucho), ambos elfos avanzaron por la cueva para acercarse a los goblins, que parecían no haberse percatado de su presencia. Según avanzaban podían oír más claramente las voces y pronto estuvieron de seguros de que al menos el idioma era goblin. Cuando estuvieron lo bastante cerca, Amroth hizo una señal a Shadril para que aguardase. Entonces el explorador, silencioso como una sombra avanzó los últimos metros y echó un rápido vistazo. Shadril no podía ver a los goblins desde su posición, aunque sí que podía ver un montón de lo que parecía una capas de viaje mojadas y unas mochilas tiradas de cualquier forma en una esquina. Amroth, desde su posición, a cubierto de los goblins, pero a sólo unos pocos pasos de ellos, le hizo una señal a su compañera levantando tres dedos. Había tres goblins en la cueva, al menos que supiera el explorador.

Al menos no eran elfos oscuros. Sin embargo, era difícil determinar el grado de amenaza que representaban. Desde luego no compartirían su fuego de buena gana con dos elfos y un humano. Seguramente tratarían de ensartarlos en sus armas y servir a uno de ellos como almuerzo si se les presentaba la oportunidad. Las opciones parecían limitarse a volver por donde habían venido y seguir su camino, puesto que al estar tan dentro de la cueva y haciendo tanto ruido, era imposible que pudiesen oír a Aramir, aunque cruzase frente a la entrada de la cueva cantando “Las cuatro hijas del molinero” a voz en cuello. O, por otro lado, enzarzarse con ellos y acabar con sus vidas. Puede que no trabajasen para los drows (o puede que si) pero los goblins son conocidos por ser unos bribones de la peor calaña, ladrones y asesinos.

Aunque si había que luchar contra los goblins convendría hacer venir a Aramir. Le disgustaría sobremanera perderse el combate, aunque fuesen goblins. También hay que señalar que, aunque la cueva se ensancha un poco al final, sigue siendo bastante estrecha, lo que dificultaría el combate, al menos para criaturas más grandes que, digamos, un goblin.

0 comentarios