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Montañas de la Boca del Desierto, 12 de Tarsakh (abril), 1372 CV Año de la Magia Salvaje. Por la Mañana.

[Shadril]

En cierto modo sorprendida porque Amroth no hubiera puesto ninguna objeción a su plan, la elfa se planteó la mejor manera de abordar a aquellas criaturas. Por lo que ella sabía, los goblins tenían fama de ser unos seres notablemente maliciosos y abusones, pero cobardes. Aunque la verdad era que socialmente, al igual que la mayoría de los drows, no solían tener la oportunidad de actuar de otra manera.

Así como los drow acostumbraban a ser educados como asesinos, traidores y tiranos en su mayoría, los goblins no solían recibir otra formación que no fuera servir como simples tropas sacrificables, incluso entre sus propios congéneres. No existía ninguna cultura seguidora de la oscuridad que no hubiera terminado utilizando a los goblins como esclavos, pero al resultar normalmente demasiado traicioneros y vagos, y por ser altamente prolíficos, tendían a ser usados como soldadesca para lanzar al frente de los conflictos o simplemente para explorar zonas potencialmente peligrosas.

Con el tiempo, todo ello solo había servido para desarrollar culturalmente sus habilidades como unos matones, sigilosos, cobardes y desagradables. Así mismo, su condición general de esclavitud los hacia ser desconfiados de cualquier figura con actitudes de superioridad, y tener tendencias abusivas sobre cualquiera que percibieran como un inferior.

Shadril decidió que la mejor manera de empezar seria hablarles con camaradería y como a unos iguales. Además estaba segura de que resultaría algo totalmente sorprendente para ellos que alguien los tratara con amabilidad.

Por un instante, pensó en si debía comunicarse con ellos en la lengua que la mayoría de las criaturas utilizaba para comerciar en la infraoscuridad, pero se dio cuenta de que estaba muy alejada de aquellas profundidades y de que ello podría identificarla más bien como una drow. Algo positivo si hubiera tenido que avasallar a aquellas criaturas, pero probablemente nada adecuado para iniciar una relación amistosa. Además, aunque los goblins solieran ser de hábitos nocturnos, estos no tenían porque provenir especialmente de allí, ni saber el lenguaje.

Sin darle mas vueltas, la elfa salió del túnel para adentrarse en la estancia donde se habían reunido los goblins. Facilitando así la salida de sus compañeros por el pasadizo si la situación se torcía.

Giró un poco la cabeza con gracia para quitar la humedad del cabello, y llevando las provisiones en sus manos, junto con la mejor de sus sonrisas, la elfa abordó la situación con su habitual encanto.

- ¡Hola! ¡Bienhallados! Vaya, pues si que hace un tiempo de perros ahí afuera. Me preguntaba si no os importaría compartir un poco el fuego conmigo y mis compañeros a cambio de un poco de empanada y un buen licor Berduskano. - Osciló levemente la botella mientras observaba las reacciones. - Reconozco que es bastante fuerte, pero para entrar un poco en calor es de lo mejor que hay. -

[Aramir]

Desde luego, manda narices, querer compartir licor y empanada con unos goblins, ¡nunca conseguiré entender a esta sacerdotisa!”

Shadril siempre conseguía sorprender a Aramir, ¿cómo era posible que quisiera compartir con esas bestias, inmundas y despreciables, cosas tan sabrosas como una empanada (ya empezaba a tener hambre), y un buen licor (para entrar en calor le vendría de miedo).
Eran situaciones como estas, en las que Shadril descolocaba a todo el mundo, las que hacían relucir su lado más bondadoso, propio de la clase sacerdotal
a la que pertenecía, y que desde luego eran inherentes a su personalidad.

El guerrero se puso medio en guardia, medio divertido por la situación, preparado para actuar en caso de que surgiesen problemas. Lo cierto es que los goblins
son cobardes, pero si se sienten acorralados, podrían resultar peligrosos…

Con una mano sobre el pomo de su arma, permaneció atento a la espera de entrar en acción. Con esta chica nunca se sabía, quizás acabasen tomando licor y cantando alrededor de la fogata, o quizás no…

[]

Decir que la reacción de los goblins fue de sorpresa sería quedarse corto. No se habrían quedado más petrificados de haber sido Shadril una medusa.

Primero la sacerdotisa y luego sus dos compañeros pudieron ver el refugio de los goblins. Una acogedora hoguera iluminaba la estancia desde su centro. Una pequeña cámara de apenas tres metros de ancho. Se diría que la cámara daba a otra parte, puede que otro túnel, pero un derrumbamiento ha hecho que la caverna termine aquí.

Puestos al fuego, sujetos con una jabalina, había unos pequeños y estropeados pantalones, puestos a secar. Así mismo, tres pares de botas igual de estropeadas estaban puestas junto al fuego.

Sus descalzos dueños, tres goblins a medio secar estaban de pie mirando sorprendidos a los tres intrusos. Ya tenían las armas en la mano (una lanza, una maza y una herrumbrosa espada corta) pero se quedaron paralizados por la sorpresa.

El más cercano, el goblin con la lanza, dio un temeroso paso adelante, hacia Shadril. Sin embargo su actitud no resultaba en absoluto amenazadora. Sujetaba de forma negligente la lanza con la mano izquierda mientras adelantaba un poco la mano.

Sin embargo se detuvo cuando el de la espada corta (cuyos pantalones estaban secándose) ladró. De hecho resultaba difícil decir si era realmente un ladrido o una palabra. Pero fuese lo que fuese sirvió para detener en seco al goblin de la lanza.

Esto por fin pareció sacar de su estupefacción al trío de goblins que se puso en guardia con las armas preparadas. El de la lanza retrocedió un par de pasos sin apartar la vista de los tres intrusos, mientras el goblin sin pantalones se dirigió a Shadril desde su posición al fondo de la caverna. Ni la distancia ni la acústica de la sala justificaban el excesivo volumen que utilizó para gritar en su lengua.

Que se sepa, la lengua de los goblins no tiene una forma escrita. Pero las palabras que el goblin utilizó podrían transcribirse aproximadamente de la forma siguiente:

“¡Guar! Its’pi tar mastar te’lipsi. Mandir drow natirsala.”

Mientras decía esto último, señaló sus descubiertas partes y se rió. Aunque su risa resultó un tanto nerviosa.Ninguno de los miembros del grupo de aventureros conocía la lengua de los hombrecillos, pero desde luego la actitud de su líder no era amistosa. De hecho resultaba más bien grosera, incluso ofensiva. Casi era una suerte no conocer su idioma.En cualquier caso, la cosa no pintaba bien

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