[AD] Turno 9 [Grupo] [Montañas, Mañana]
Montañas de la Boca del Desierto, 12 de Tarsakh (abril), 1372 CV Año de la Magia Salvaje. Por la Mañana. [Aramir] -¡Demonios! ¡Estos goblins eran duros de pelar! - pensó Aramir. [Shadril] Absorta temporalmente en sus pensamientos la elfa rió en parte el comentario de Aramir sobre el tesoro. En el fondo no estaba muy segura de si su compañero estaba intentando tomarle el pelo solo para tratar de animarla un poco, o es que realmente estaba sorprendido por el inventario. Supuso lo primero, pues conociendo los diversos tesoros de dragón que había llegado a saquear el famoso aventurero de los Valles, las posesiones de aquellos trasgos no podían ser capaces realmente de sorprenderle demasiado. Tras colocar cuidadosamente los objetos encontrados ante ella, la sacerdotisa elfa examina con atención el amuleto, haciendo memoria para tratar de dilucidar el significado de la runa que se haya grabada en él. Por desgracia no recuerda haber visto antes esa runa en particular, aunque no es una gran experta en runas, sí que ha visto unas cuantas en su vida. Pero, si ha visto esta antes, el recuerdo no alcanza su mente consciente por más que lo intenta. También puede que ni siquiera se trate de una runa propiamente dicha. Pudiera tratarse de un símbolo personal o algo parecido. Tras utilizar un conjuro de restauración sobre el papel que envolvía el amuleto, la magia se encarga de restaurarlo lo suficiente para poder leerlo. Gracias a la magia ahora parece recién escrito, aunque el dibujo obsceno que alguien hizo sobre el texto también permanece. El escrito, ahora más legible, utiliza los estilizados caracteres espruar propios de la lengua élfica. Sin embargo el dialecto que expresa resulta totalmente incomprensible para la mujer elfa. Desconcertada, trata de pronunciar las primeras líneas del texto, pero los caracteres forman grupos extraños y los sonidos le resultan difíciles de pronunciar. Los sonidos que torpemente pronuncia la elfa, atraen la atención del humano, previamente distraído en la degustación del vino de Berdusk y la contemplación de las monedas enanas. Aramir, versado en la lengua de los orcos, reconoce los sonidos como palabras en la lengua de estos violentos humanoides. La pronunciación no es totalmente correcta, pero está claro que alguien ha utilizado caracteres elfos para transmitir palabras de los orcos. El guerrero humano conoce un poco de la lengua élfica y su escritura y habla el orco con fluidez, pero mezclar ambos idiomas le resulta demasiado difícil, así que Shadril continúa pronunciando las palabras como cree que deberían sonar y Aramir las traduce del orco. Es un proceso difícil e ingrato para ambos, pero por suerte el texto no es muy extenso y entre los dos consiguen traducirlo por completo a la lengua común. "Los elfos son prodigiosos. Provocan portentos. Los elfos son maravillosos. Hacen maravillas. Los elfos son fantásticos. Crean fantasías. Los elfos son glamorosos. Proyectan glamour. Los elfos son encantadores. Conjuran encantamientos. Los elfos son terroríficos. Engendran terror." Tras leer el texto en voz alta, la sacerdotisa repara una vez más en el dibujo obsceno que hay sobre él. Es difícil abstraerse de semejante muestra de arte pictórico. El dibujo es tan burdo como grotesco. La verdad es que es difícil interpretarlo, pero se diría que trata de representar un apareamiento a tres bandas entre miembros de razas distintas. La calidad del dibujo no permite una descripción más detallada y aunque la aventurera nunca se ha considerado una mojigata, el dibujo logra, de alguna forma, sonrojarla. O quizás sea efecto del vino.
- Quién se hubiera imaginado una batalla de tal calibre con unos simples goblins -, pensó para sí Aramir mientras ayudaba a Shadril con lo cuerpos.
- ¿Te has fijado en el tesoro que llevan estos bichos? ¡En toda mi vida de aventurero no me había topado con un tesoro semejante para tan nímias criaturas!
Al observar a la elfa, Aramir refrenó su lengua. Sabía lo sensible que era a la muerte de cualquier criatura, aunque esa misma fuera una babosa de las cavernas.
Mientras se hacía esta observación, el bárbaro fue apartando las pertenencias que podían serles de utilidad en el futuro, empezando por el odre con "licor enanil", del que, a buen seguro, Amroth y él darían buen uso en su próxima acampada: uno no siempre podía permitirse algo así...
- Shadril, ¿de dónde han podido sacar estos goblins estas monedas de plata? ¿Es posible que haya algo más en Tethyamar que muertos vivientes? Quizás deberíamos investigar...
Nada más decir estas palabras, Amroth llegó a la cueva y Aramir le puso en situación de lo que allí se habían encontrado. Además le instó a explorar a fondo esa cueva y los alrededores por si pudiera haber más goblins por los alrededores.
– Déjame ver un momento – dijo Shadril mientras cogía las monedas que sostenía Aramir.
Observó con detenimiento las monedas de Tethyamar, y se regocijó un poco de su juventud al darse cuenta de que aquellas monedas ya eran viejas cuando ella ni siquiera había nacido. Al pasar tanto tiempo entre otras razas, a veces era bastante frustrante como elfa, que mientras que los tuyos te trataran como una simple jovenzuela, el resto te viera como si fueras un antepasado suyo.
La elfa se hizo un sitio entre el batiburrillo de cosas que habían encontrado y se sentó cómodamente mientras recogía su botella del fuerte vino Berduskano. Había sido lo bastante habilidosa como para conseguir apartarla hacia una esquina y que no se derramase el preciado licor cuando surgió la lucha, pero de todas formas ya estaba abierta y era una pena no aprovechar la situación.
Le dio un tiento largo pensando que le aclararía las ideas, y meneo graciosamente la cabeza al acabar. Era denso, bastante fuerte, y a la vez dulce hasta resultar casi empalagoso, como un amante en celo a la expectativa, le encantaba.
Soltó una ligera risita al ver la cara de sorpresa de Aramir, pues era bastante gracioso que siguiera esperando que se comportara siempre como una damisela. – Si quieres – dijo ofreciendo la botella – esta algo caliente para mi gusto. Pero nunca sabe mejor que al poco de abrir la botella, así que aprovecha. –
Poso las monedas a su lado mientras revisaba el resto de cosas de las criaturas. Y le comento a su compañero sus primeras impresiones.
– No creo que haga falta que viajemos hasta esas minas malditas de los enanos para hallar mas pistas sobre las monedas. Suponiendo que el torreón en ruinas que vimos antes allá arriba, desde el camino, hubiera sido construido por el pueblo robusto, es muy probable que los trasgos pudieran haberlas encontrado por la zona. Me preocupa mas la
procedencia de este pan de los medianos, quizás pertenezca a algún viajero que se encuentre en peligro. – La sacerdotisa hizo una pausa con preocupación. – Si es que aun sigue con vida. –
Mientras sopesaba la situación revisó el estado del resto de la comida, pensaba llevarse lo que pudiera, pues para ella era un pecado desperdiciar alimentos que pudieran ser aprovechados en el futuro en un momento de necesidad. De todas formas, al no estar muy segura de la procedencia y tiempo de aquellos, decidió utilizar un poco de su poder
sagrado para mejorar su situación.
Con un grácil movimiento pasó la mano sobre el grupo de alimentos, al mismo tiempo que susurraba unas palabras. – Puhdistaa Elintarvikkeet ja Imeä. – Un agradable olor a pan recién orneado y comida fresca lleno la estancia. –así está mejor. –
Frunció un poco el ceño al no querer imaginarse que podía hacer un trasgo de aquellos con una pieza de ropa interior de aquel estilo. Luego, echó un vistazo a la manufactura de la espada corta, que parecía bastante decente, pero la posó frente a ella posponiendo un análisis más a fondo, pues se vio atraída por el pequeño amuleto y el papel en que estaba envuelto. Al no comprender lo que ponía en el papel trató de enmendar la situación mientras trataba de recordar si la runa del amuleto le sonaba de algo.
Sosteniendo el papel en la palma de su mano emitió una orden divina. – ¡Taideparsinta! – de repente un pequeño resplandor azulado recorrió la hoja mientras esta parecía viajar hacia el pasado y recomponerse a un estado menos lamentable.
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