[AD] Turno 14 [Grupo] [Montañas, Alba]
Montañas de la Boca del Desierto, 13 de Tarsakh (abril), 1372 CV Año de la Magia Salvaje. Al Alba.
[Shadril]
Shadril meditó la respuesta unos instantes. Lo que la preocupaba no era ya la salud del humano, pues había quedado bien claro que no era un prisionero. Pero un grupo de orcos preparados para la batalla podía ser tanto o más peligroso que las actividades de los elfos oscuros.
- No quiero arriesgarme con esos Yrch, creo que deberíamos tratar de averiguar que es lo que traman, o al menos que es eso tan importante que necesitan del humano. Un grupo bien organizado de estas criaturas podría ser una amenaza mayor para los Valles, que las propias incursiones desde la suboscuridad. – Razonó la sacerdotisa.
- Además, seguimos sin saber donde están "exactamente" los drow. – Dijo, remarcando la expresión. – Creo que si obtenemos algo más de información de estos supuestos enemigos, quizás consigamos una baza más que jugar.
La elfa aguardó las opiniones de sus amigos, mientras echaba un vistazo de reojo hacia el camino del norte.
[Amroth]
-Por lo que ha dicho ese orco - intervino Amroth -, y si realmente no era un problema de traducción, sospecho que esa "ella", podría ser una elfa oscura. Parece que esos orcos le tienen miedo y no creo que acostumbren a tener miedo de una mujer. De todas formas, parece tener relación con los elfos oscuros que perseguimos. Creo que deberíamos seguir a esos orcos y averguar quién es su líder. Si tengo razón, ese descubrimiento nos llevará a nuestro objetivo. Y si no tengo razón, al menos podremos librar al mundo de un problema adicional. Sin embargo - añadió, esta vez dirigiéndose a la sacerdotisa -, no creo que nos ayude intentar parlamentar o negociar con ellos, creo que deberíamos espiarles sin que se den cuenta. Y si conseguimos la información y lo vemos factible, enfrentarnos a ellos.
[Shadril]
Los ojos lilas de la campeona de Eilistraee se iluminaron de alegría al verse apoyada por la decisión de su compañero elfo.
Se había tomado su tiempo para responder, y por un momento, viendo la extraña actitud tan pensativa del explorador, había llegado a pensar que tendrían que entablar una discusión de hacia donde tendrían que dirigirse.
La elfa confirmó la opción de Amroth. – Estoy de acuerdo, no tenía pensado tratar de entrar en contacto directo con ellos tan pronto. Creo que deberíamos mantener el subterfugio todo el tiempo posible. Ahora mismo, nuestra mayor ventaja es que no saben que estamos aquí. Además, no es muy probable que esas criaturas de la oscuridad fuesen muy sociables con nosotros precisamente.
Shadril sacó una pequeña cinta para recogerse el pelo. Cuando terminó, se subió la capucha para ocultarlo. No deseaba que la luz de la luna se reflejara en sus cabellos plateados, aquello podría ayudar a que fueran capaces de determinar más fácilmente su posición.
– Además, sería interesante averiguar todo lo que podamos sobre ese grupo tan desagradable. – Continuó la elfa. – Un equipo como el que portan solo pueden haberlo conseguido de dos maneras, o son una pequeña banda de mercenarios, lo cual no seria tan extraño estando tan cerca como estamos de alguna de las rutas comerciales que salen del Mar de la Luna; o son una unidad de élite de un grupo armado mucho mayor. Esto último es lo que me preocupa, quizás los Valles estén bajo una amenaza mayor de la que esperábamos.
La sacerdotisa esperaba ya a que sus compañeros se pusieran en camino, de momento, sería más cómodo y seguro dejar que Amroth los guiara, y parecía más contento cuando lo hacía.
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Con más una idea que un verdadero plan, el trío de aventureros se puso en marcha en pos de los orcos para descubrir su campamento y tanto sombre ellos como fuera posible. Seguir al numeroso grupo de orcos no fue difícil. Hacían suficiente ruido para poder seguirlos en la oscuridad sin tener que acercarse demasiado. Sin embargo, el camino resultó más largo de lo que esperaban y ya estaba a punto de despuntar el alba cuando por fin divisaron el campamento de los orcos. Se habían pasado toda la noche en vela espiando a los orcos y no habían dormido ni una hora. Por suerte, los muchos años en los caminos aún tenían más peso que las comodidades de la vida tranquila y todos ellos podían saltarse una noche de sueño sin repercusiones graves. Aunque notarían el cansancio a lo largo del día, podrían soportarlo.
En un pequeño valle cruzado por un río había un buen número de construcciones orcas. Algunas de ellas eran de piedra, pero la mayoría parecían grandes tiendas hechas con pieles de animales. Además, en las paredes de roca del valle podían distinguirse numerosas cuevas de profundidad desconocida, pero todas ellas ocupadas. El campamento en sí mismo resultaba bastante grande y, sin contar los orcos que pudiera haber en las cuevas, que sería un porcentaje bastante grande del total, los aventureros calcularon un mínimo de doscientos orcos. Lo que no se podía considerar realmente un ejército, pues este número incluía mujeres y niños que se movían libremente por el campamento, aunque resultaba estar seguro por la distancia. Algunos puestos de vigilancia mantenían al trío a una distancia prudente del campamento. Tan sólo la habilidad y la suerte les había permitido acercarse tanto al campamento sin ser descubiertos. Los puestos de guardia, pequeños parapetos sobre grandes rocas, contenían un trío de orcos bien armados. Acercarse más sería muy peligroso. Y llamar a aquello campamento tampoco parecía muy acertado. No parecía un asentamiento provisional y sus habitantes no parecían un ejército. Tenía todo el aspecto de un pueblo aunque no se podían ver ni animales ni cultivos que alimentasen a la población. Aunque bien mirado, de haber tenido cultivos la situación sería considerablemente más extraña. Una idea cruzó brevemente por la mente de alguno de los aventureros: ¿sería acaso comida lo que traía el humano?. Aunque entraba dentro del reino de lo posible, no parecía muy probable. El orco grande que lo amenazó parecía demasiado interesado en su mercancía y, por lo que se podía ver, los orcos de allí abajo estaban fuertes y sanos, bien alimentados.
Desde donde se encontraban, ocultos a la vista de ojos indiscretos, los aventureros pudieron ver como los orcos a los que habían seguido durante casi toda la noche, se separaron al entrar en el pueblo. Una escolta de cinco orcos acompañaron al humano hasta la construcción de piedra más grande, con guardias a la puerta, mientras el resto se dispersaba entre las tiendas. Después de que el humano se perdiera de vista dentro del edificio de piedra, los aventureros le echaron un segundo vistazo al pueblo orco. Tanto los edificos de piedra como las tiendas de pieles parecían haber sido construidas por los propios orcos, aunque una de ellas parecía haberse derrumbado recientemente por causas indeterminadas.
Por fin, el sol empezó a salir entre las montañas del este y un grito ahogado dirigió la atención de los tres hacia una de las tiendas. Unos orcos estaban manipulando de alguna forma la tienda y a la luz de los primeros rayos de sol se podía distinguir bajo las pieles una especie de jaula. Se diría que los orcos colocaban bien las pieles que cubrían la jaula antes de dirigirse, como muchos otros hacia las cuevas. Con el amanecer, la mayoría de los orcos se dirigieron a las cuevas, mientras unos pocos se introducían en los edifcios de piedra y las tiendas de pieles. Unos pocos minutos después, apenas había movimiento en el pueblo. Se diría que la población orca del pueblo se había ido a dormir con la salida del sol. Sólo podía verse a unos pocos orcos cuyas obligaciones les mantenían activos a “horas intempestivas”.
Era el momento de decidir se valía la pena arriesgarse a entrar en el pueblo. Esquivar a los guardias no sería fácil, pero sí factible aunque, ¿luego que?. ¿Irían a la gran construcción de piedra con la esperanza de oír lo que se trataba allí o incluso conseguir un buen vistazo del líder del pueblo?. ¿Se acercarían hasta la curiosa jaula para descubrir lo que los orcos trataban de ocultar del sol?. ¿Intentarían acercarse a las cuevas para ver cuantos orcos podía haber allí dentro?. ¿Decidirían que no valía la pena el riesgo y se irían en busca de su verdadero objetivo?. ¿O quizás...?
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