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[AD] Turno 16 [Grupo] [Montañas, Tarde]

Montañas de la Boca del Desierto, 13 de Tarsakh (abril), 1372 CV Año de la Magia Salvaje. Por la Tarde.

[Shadril]


- Creo que deberíamos acercarnos a echar una ojeada. Pero con cuidado, si los elfos oscuros se esconden ahí estarán a la defensiva, – comentó Shadril.

Mientras, echó un ultimo vistazo al cadáver, - el saqueo del elfo oscuro y que sea el único muerto que hemos encontrado, indica que probablemente sean quienes perdieran el enfrentamiento. Pero el tamaño de las heridas revela el ataque de una bestia grande. Aunque es extraño. No acabó de comerse a su presa, así que podría ser algo amaestrado, puede que incluso lo que fuera que los orcos ocultaran en aquella jaula.

Recogiendo sus cosas, la elfa se puso en camino en la dirección en que había venido Amroth.

- Si los elfos oscuros se encuentran en desventaja, quizás incluso podamos sacarle provecho a la situación.



[Amroth]


- Estoy de acuerdo - respondió Amroth -. Tal vez debería adelantarme para comprobar si tienen apostados vigias. No me gustaría que nos descubrieran antes de tiempo.


[]



El explorador elfo se adelantó a sus compañeros para evaluar la situación y la posibilidad de que sus compañeros pudieran acercarse sin ser vistos. Amroht era un experto en pasar desapercibido en los bosques del norte. Sin embargo, aquí, en estas montañas, ejecutaba cada movimiento, cada paso, con extrema precaución. Los días pasados en las montañas le habían dado ya cierta familiaridad con el entorno, pero no quería confiarse y cometer algún error.


Cuando llegó lo bastante cerca, pudo observar sin ser observado. Al menos, no hubo ninguna señal en ese sentido. La construcción enana, bastante grande, estaba integrada en la propia montaña, como si en lugar de contruir un edificio, hubiesen vaciado la montaña. Por lo que sabía de los enanos, que no era mucho, bien podría ser cualquiera de las dos cosas.


Lo que le preocupaba en realidad era la posibilidad de que hubiese guardias apostados, y así era. La estructura tenía una entrada claramente identificable. Un arco de piedra de considerable tamaña que probablemente solía tener una puerta cerrándolo, pero ya no era así. A ambos lados del arco de piedra, había apostados sendos trasgos. De trasgos sí que sabía algo, y estos estaban razonablemente bien pertrechados y disciplinados por lo que podía ver.


Más arriba, a unos seis metros por encima de la entrada principal, podía ver otros tres trasgos igualmente equipados. Dos de ellos estaban apostados frente a una abertura de buen tamaño. Posiblemente un puesto de observación, o ventana grande. A la misma altura, pero a unos diez metros más al oeste, había otro trasgo junto a otra entrada, aunque esta apenas era lo bastante grande para él.

Aún más arriba, a unos catorce metros por encima de la entrada principal había otro trasgo. Aunque desde donde estaba, el elfo no podía ver ningún acceso o abertura en la pared de la montaña que explicase que el trasgo estubiese allí, seguramente hubiese alguna, pues no se veía otra forma de llegar allí, salvo escalando. Y sería una escalada muy difícil y peligrosa.



Los seis trasgos visibles iban equipados de la misma forma. Todos ellos llevaban armaduras de cuero tachonado similares. Probablemente fuesen idénticas, pero era difícil afirmarlo desde la distancia. Y todos ellos llevaban lanzas y escudos de acero. Los guardias que se encontraban en la entrada principal no parecían llevar arcos o ballestas y, aunque no podía ver si los de más arriba los llevaban, era razonable pensar que así era.


Con esta información, el explorador elfo volvió para reunirse con sus dos compañeros y explicarles lo que había visto.

 

 

 

[AD] Turno 15 [Grupo] [Montañas, Tarde]

Montañas de la Boca del Desierto, 13 de Tarsakh (abril), 1372 CV Año de la Magia Salvaje. Por la Tarde.

[Shadril]

Shadril se asomó con cuidado al borde del risco, observando con curiosidad y cierta decepción el campamento orco. Estaba bastante sorprendida de encontrarse con aquel asentamiento.

Con cierto disgusto, se volvió hacia sus compañeros.
- Vaya, no pensaba que fuéramos a encontrárnoslos de esta manera, esto si que es un problema.
Lo cierto, era que no le apetecía ni un ápice investigar mucho más sobre aquel lugar, pues la hospitalidad orca no era la más agradable del mundo.
- Creo que deberíamos seguir con la búsqueda de los elfos oscuros, no parece que esto se vaya a mover mucho de aquí. A no ser que prefiráis esperar para ver si envían algún grupo desde aquí a buscarlos y seguirlo.

[Amroth]

Acariciándose distraidamente la barbilla, Amroth miraba pensativo hacia el campamento orco. Tras un momento, y sin apartar los ojos del mismo, se mostró conforme con su compañera elfa.

- Yo tampoco me esperaba encontrar un campamento orco al completo. También creo que deberíamos buscar a los malditos drows. Si no los encontrásemos, en el peor de los casos podríamos volver aquí de nuevo. No parece que estos orcos se vayan a mudar en un periodo corto de tiempo.

Dándose la vuelta, el explorador empezó a alejarse del campamento.

[]

Decididos a alejarse del lugar lo más pronto posible, el trío se puso en marcha de inmediato. A pesar del cansancio de llevar todo el día y toda la noche caminando por las montañas, lo mejor, en opinión de todo el grupo, era poner toda la distancia posible entre los orcos y ellos mientras ún fuese de día. Así pues, se dirigieron, guiados por Amroth, en la dirección en la que suponían que se encontraban los drows, basándose en la conversación escuchada esa misma noche.

Estaban cansados, pero se movían a buen ritmo y para el mediodía, ya se encontraban a una buena distancia del campamento orco. Tras la fatigosa jornada el grupo se demoró más de lo habitual almorzando y descansando, incluso dando alguna cabezada. Cuando estaban recogiendo sus cosas para ponerse de nuevo en marcha, Aramir distinguió algo entre las rocas de más abajo, quizás un cuerpo.

El descenso por las rocas no fue fácil, pero tras una bajada más larga de lo esperado, y tras estar a punto de sufrir una desgracia, el trío llegó hasta lo que, en efecto, resultó ser un cadáver. En concreto el cadáver de un drow. Resultaba evidente que llevaba varios días muerto y que cualquier prueba de la causa de su muerte se la habrían llevado las criaturas que se habían estado alimentando de él los últimos días. Sus entrañas, así como sus ojos y otras partes blandas del cuerpo, habían sido pasto de los animales carroñeros de las montañas. Aunque lo que fuese que se hubiese comido sus tripas parecía ser algo realmente grande...

En el cuerpo no quedaban más posesiones que sus destrozadas ropas y armadura. La armadura, una cota de mallas de factura drow, resultaba ya completamente inservible. No se veían armas ni otros objetos personales.

Al menos, parecía claro que iban por buen camino, así que Amroth se adelantó al grupo una vez más aunque no tardó en volver a reunirse con sus compañeros.

- Ahí delante, no muy lejos, hay una fortaleza. Parece hecha por enanos y es muy antigua. Y aunque a primera vista parece abandonada, estoy seguro de que hay alguien allí. He visto movimiento aunque no puedo asegurar que sean los drows.

 

[AD] Turno 14 [Grupo] [Montañas, Alba]

Montañas de la Boca del Desierto, 13 de Tarsakh (abril), 1372 CV Año de la Magia Salvaje. Al Alba.

[Shadril]

Shadril meditó la respuesta unos instantes. Lo que la preocupaba no era ya la salud del humano, pues había quedado bien claro que no era un prisionero. Pero un grupo de orcos preparados para la batalla podía ser tanto o más peligroso que las actividades de los elfos oscuros.

- No quiero arriesgarme con esos Yrch, creo que deberíamos tratar de averiguar que es lo que traman, o al menos que es eso tan importante que necesitan del humano. Un grupo bien organizado de estas criaturas podría ser una amenaza mayor para los Valles, que las propias incursiones desde la suboscuridad. – Razonó la sacerdotisa.

- Además, seguimos sin saber donde están "exactamente" los drow. – Dijo, remarcando la expresión. – Creo que si obtenemos algo más de información de estos supuestos enemigos, quizás consigamos una baza más que jugar.

La elfa aguardó las opiniones de sus amigos, mientras echaba un vistazo de reojo hacia el camino del norte.

[Amroth]

-Por lo que ha dicho ese orco - intervino Amroth -, y si realmente no era un problema de traducción, sospecho que esa "ella", podría ser una elfa oscura. Parece que esos orcos le tienen miedo y no creo que acostumbren a tener miedo de una mujer. De todas formas, parece tener relación con los elfos oscuros que perseguimos. Creo que deberíamos seguir a esos orcos y averguar quién es su líder. Si tengo razón, ese descubrimiento nos llevará a nuestro objetivo. Y si no tengo razón, al menos podremos librar al mundo de un problema adicional. Sin embargo - añadió, esta vez dirigiéndose a la sacerdotisa -, no creo que nos ayude intentar parlamentar o negociar con ellos, creo que deberíamos espiarles sin que se den cuenta. Y si conseguimos la información y lo vemos factible, enfrentarnos a ellos.

[Shadril]

Los ojos lilas de la campeona de Eilistraee se iluminaron de alegría al verse apoyada por la decisión de su compañero elfo.

Se había tomado su tiempo para responder, y por un momento, viendo la extraña actitud tan pensativa del explorador, había llegado a pensar que tendrían que entablar una discusión de hacia donde tendrían que dirigirse.

La elfa confirmó la opción de Amroth. – Estoy de acuerdo, no tenía pensado tratar de entrar en contacto directo con ellos tan pronto. Creo que deberíamos mantener el subterfugio todo el tiempo posible. Ahora mismo, nuestra mayor ventaja es que no saben que estamos aquí. Además, no es muy probable que esas criaturas de la oscuridad fuesen muy sociables con nosotros precisamente.

Shadril sacó una pequeña cinta para recogerse el pelo. Cuando terminó, se subió la capucha para ocultarlo. No deseaba que la luz de la luna se reflejara en sus cabellos plateados, aquello podría ayudar a que fueran capaces de determinar más fácilmente su posición.

– Además, sería interesante averiguar todo lo que podamos sobre ese grupo tan desagradable. – Continuó la elfa. – Un equipo como el que portan solo pueden haberlo conseguido de dos maneras, o son una pequeña banda de mercenarios, lo cual no seria tan extraño estando tan cerca como estamos de alguna de las rutas comerciales que salen del Mar de la Luna; o son una unidad de élite de un grupo armado mucho mayor. Esto último es lo que me preocupa, quizás los Valles estén bajo una amenaza mayor de la que esperábamos.

La sacerdotisa esperaba ya a que sus compañeros se pusieran en camino, de momento, sería más cómodo y seguro dejar que Amroth los guiara, y parecía más contento cuando lo hacía.

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Con más una idea que un verdadero plan, el trío de aventureros se puso en marcha en pos de los orcos para descubrir su campamento y tanto sombre ellos como fuera posible.  Seguir al numeroso grupo de orcos no fue difícil. Hacían suficiente ruido para poder seguirlos en la oscuridad sin tener que acercarse demasiado. Sin embargo, el camino resultó más largo de lo que esperaban y ya estaba a punto de despuntar el alba cuando por fin divisaron el campamento de los orcos. Se habían pasado toda la noche en vela espiando a los orcos y no habían dormido ni una hora. Por suerte, los muchos años en los caminos aún tenían más peso que las comodidades de la vida tranquila y todos ellos podían saltarse una noche de sueño sin repercusiones graves. Aunque notarían el cansancio a lo largo del día, podrían soportarlo.

En un pequeño valle cruzado por un río había un buen número de construcciones orcas. Algunas de ellas eran de piedra, pero la mayoría parecían grandes tiendas hechas con pieles de animales. Además, en las paredes de roca del valle podían distinguirse numerosas cuevas de profundidad desconocida, pero todas ellas ocupadas. El campamento en sí mismo resultaba bastante grande y, sin contar los orcos que pudiera haber en las cuevas, que sería un porcentaje bastante grande del total, los aventureros calcularon un mínimo de doscientos orcos. Lo que no se podía considerar realmente un ejército, pues este número incluía mujeres y niños que se movían libremente por el campamento, aunque resultaba estar seguro por la distancia. Algunos puestos de vigilancia mantenían al trío a una distancia prudente del campamento. Tan sólo la habilidad y la suerte les había permitido acercarse tanto al campamento sin ser descubiertos. Los puestos de guardia, pequeños parapetos sobre grandes rocas, contenían un trío de orcos bien armados. Acercarse más sería muy peligroso. Y llamar a aquello campamento tampoco parecía muy acertado. No parecía un asentamiento provisional y sus habitantes no parecían un ejército. Tenía todo el aspecto de un pueblo aunque no se podían ver ni animales ni cultivos que alimentasen a la población. Aunque bien mirado, de haber tenido cultivos la situación sería considerablemente más extraña. Una idea cruzó brevemente por la mente de alguno de los aventureros: ¿sería acaso comida lo que traía el humano?. Aunque entraba dentro del reino de lo posible, no parecía muy probable. El orco grande que lo amenazó parecía demasiado interesado en su mercancía y, por lo que se podía ver, los orcos de allí abajo estaban fuertes y sanos, bien alimentados.

Desde donde se encontraban, ocultos a la vista de ojos indiscretos, los aventureros pudieron ver como los orcos a los que habían seguido durante casi toda la noche, se separaron al entrar en el pueblo. Una escolta de cinco orcos acompañaron al humano hasta la construcción de piedra más grande, con guardias a la puerta, mientras el resto se dispersaba entre las tiendas. Después de que el humano se perdiera de vista dentro del edificio de piedra, los aventureros le echaron un segundo vistazo al pueblo orco. Tanto los edificos de piedra como las tiendas de pieles parecían haber sido construidas por los propios orcos, aunque una de ellas parecía haberse derrumbado recientemente por causas indeterminadas.

Por fin, el sol empezó a salir entre las montañas del este y un grito ahogado dirigió la atención de los tres hacia una de las tiendas. Unos orcos estaban manipulando de alguna forma la tienda y a la luz de los primeros rayos de sol se podía distinguir bajo las pieles una especie de jaula. Se diría que los orcos colocaban bien las pieles que cubrían la jaula antes de dirigirse, como muchos otros hacia las cuevas. Con el amanecer, la mayoría de los orcos se dirigieron a las cuevas, mientras unos pocos se introducían en los edifcios de piedra y las tiendas de pieles. Unos pocos minutos después, apenas había movimiento en el pueblo. Se diría que la población orca del pueblo se había ido a dormir con la salida del sol. Sólo podía verse a unos pocos orcos cuyas obligaciones les mantenían activos a “horas intempestivas”.

Era el momento de decidir se valía la pena arriesgarse a entrar en el pueblo. Esquivar a los guardias no sería fácil, pero sí factible aunque, ¿luego que?. ¿Irían a la gran construcción de piedra con la esperanza de oír lo que se trataba allí o incluso conseguir un buen vistazo del líder del pueblo?. ¿Se acercarían hasta la curiosa jaula para descubrir lo que los orcos trataban de ocultar del sol?. ¿Intentarían acercarse a las cuevas para ver cuantos orcos podía haber allí dentro?. ¿Decidirían que no valía la pena el riesgo y se irían en busca de su verdadero objetivo?. ¿O quizás...?

[AD] Turno 13 [Grupo] [Montañas, Medianoche]

 

Montañas de la Boca del Desierto, 12 de Tarsakh (abril), 1372 CV Año de la Magia Salvaje. Pasada la Medianoche.

 

[Shadril]

Shadril esperó por las reacciones de sus compañeros durante un tiempo prudencial, pues no quería parecer demasiado ansiosa, ni obligarles a tomar un camino sólo porque ella la hubiera escogido. Pero al parecer, ambos preferían dejar en sus manos el siguiente paso.

La sacerdotisa se inclinó por la decisión que le pareció más obvia. – Creo que deberíamos seguir al grupo más pequeño, el que acompaña al humano, para averiguar si realmente es un prisionero. No existe nadie a quien los orcos odien más que a los humanos, así que no es probable que le ampare nada bueno. Por otro lado, también será más fácil recuperar el rastro del grupo más grande si tenemos que volver sobre nuestros pasos.

Iluminada por las llamas, Shadril contempló entristecida la destrucción que causaba el fuego en aquella vivienda. Aguardaba sus respuestas con ojos anhelantes, mientras recolocaba su equipo para emprender una persecución apresurada. Sabía que el tiempo correría muy deprisa si el destino de un cautivo dependía de los sanguinarios y salvajes orcos.

 

[]

El grupo se puso en marcha, guiado por Amroth, para tratar de encontrar al grupo que acompañaba al humano. Aramir aún estaba preocupado por el significado de la señal orca. En realidad, más que preocuparle que el lugar estubiera maldito o hubiese en el área una magia peligrosa, lo que le preocupaba era el hecho mismo de que los orcos lo hubiesen marcado. Eso implicaba organización y cierto nivel de preocupación por sus congéneres. Y cuando los orcos actuaban así, sólo podía siginificar problemas.

 

No tardaron mucho en encontrar al grupo orco. A instancias del explorador, el trío de aventureros se acercó sigilosamente a su posición. Desde donde estaban, ocultos por las rocas, podían ver a los orcos. Aparentemente, el grupo que escoltaba al humano se había encontrado con otro grupo, posiblemente lo que quemaron la casa. En total, el grupo de allí abajo estaba formado por diecisite orcos y un humano.

 

La escasa iluminación que proyectaba la antorcha que llevaba uno de los orcos, probablemtne en deferencia a su invitado humano, permitió a los agudos sentidos de los aventureros ver lo que pasaba allí. Y el volumen utilizado por los presentes, así como la acústica del lugar les permitieron oír lo que allí se hablaba.

 

El humano, vestido con una coraza, no portaba armas. Aunque de poco le habrían servido contra tal cantidad de orcos bien pertrechados. Por lo demás llevaba ropas sencillas. Mientras el humano observaba, dos de los orcos discutían a viva voz. Utilizaban para ello su propia lengua, pero más tarde Aramir explicaría a sus compañeros que el orco que acompañaba al humano insistía en llevarlo ante su líder. El otro, notablemente más grande y fuerte, con manchas de sangre en su armadura laminada parecía defender la idea de matar al humano allí mismo y "tomar lo que les pertenecía".

 

El humano, que parecía no entender por completo lo que allí se decía, pero que captaba la idea general, decidió por fin intervenir, para mayor furia del orco más grande. El humano utilizaba la lengua común, con acento de la zona del Mar de la Luna (al norte de Los Valles)

- Amigos, no quisiera interferir en vuestra amistosa charla, pero el tiempo apremia. Tenemos un calendario que cumplir ¿recordáis?

- Pues no perdamos tiempo. Danos lo nuestro y acabemos con esto. - Contestó el orco grande en un común correcto con un acento evidente pero no demasiado fuerte.
- No, lo siento, no puede ser. Tengo que hablar con vuestro líder. Tengo lo que quiere y debo asegurarme de que puede efectuar el pago. Si no hay pago no hay mercancía.

- Podemos matarte y tomarla.

- Cierto. Sois fuertes y estais bien armados – dice echando un vistazo a los orcos a su alrededor. Los que le habían acompañado hasta allí estaban preparados para un posible combate, pero los otros diez iban armados para la guerra – sabéis donde acampa mi gente y seguramente podrías matarlos a todos y llevaros la mercancía. Pero si no lo habéis hecho ya será por una buena razón. ¿Me equivoco? Tenéis órdenes y debeís cumplirlas. Llevadme ante vuestro líder y que él decida.

- Hablas mucho, humano. Te llevaremos ante nuestro líder. Ella te mostrará que puede hacer el pago. Pero ten esto presente. Cuando todo esto termine, y nos libremos de los oscuros que se han instalado al oeste – mientras lo dice señala en esa dirección - será mejor que no volvamos a vernos, o te haré lo mismo que a la bruja de allí arriba- añade señalando hacia el lugar donde se encuentra la casa en llamas.

- Me parece bien. ¿Podemos irnos ya?

El orco no respondió. Se limitó a sotar un bufido y darse la vuelta para ponerse en marcha, seguido por sus compañeros. El humano y los orcos que lo escoltaban le siguieron para internarse en las montañas. Cuando la reunión terminó y los orcos se hubieron ido, el grupo de aventureros se dió cuenta de que toda la escena había tendio lugar en una encrucijada. De senderos de cabras, pero una encrucijada a fin de cuentas. Los orcos se dirigían hacia el norte, presumiblemente hacia su campamento para que el humano pudiera reunirse con su líder y hablar de negocios.

 

Cuando los orcos estubieron lo bastante lejos para que no pudieran oírlos pero no tanto como para haberlos perdido aún, Aramir fue el primero en romper el silencio.

- Bueno, ha sido interesante cuanto menos. Llama especialmente la atención que el orco grande se haya referido a su líder como "ella". ¿Una mujer dirigiendo a los orcos? Parece inaudito.

- Puede ser un problema de traducción. - Contestó Amroth poniéndose en pie- Ya sabéis, no era su lengua natural, puede haber confundido el pronombre.

-No lo creo. Su uso del común era muy bueno, domina la lengua. Creo que realmente hay una mujer dirigiendo a esos orcos. - Shadril también se puso en pie preparandose para ponerse en marcha de inmediato.

El guerrero humano, sin embargo, aún no se había puesto en pie. Parecía remiso a continuar la marcha.

- ¿Y qué puede tener ese humano para que los orcos estén dispuestos a comerciar con él?. - cuando por fin se puso en pie añadió - Bueno, al menos sabemos dónde éstan los drow ¿no? Supongo que con oscuros se referiría a los elfos oscuros y ahora sabemos que están en esa dirección – Dijo señalando al oeste.

Comprendiendo la mirada de duda de la sacerdotisa, el explorador trató de tranquilizar su conciencia.

- No discuto que ese humano necesite que le rescaten, pero no creo que él opine lo mismo al respecto. De todas formas no estoy seguro de querer rescatar a alguien como él. Si hace tratos con los orcos, se merece lo que le pase.

 

 

¿Que hacemos pues? ¿Nos dirigimos hacia el oeste a ver si por fin encontramos a los drows? ¿O seguimos a esos orcos hasta su campamento para ver lo que traman? ¿ O acaso alguien quiere salirles al paso ahora?

[AD] Turno 12 [Grupo] [Montañas, Medianoche]

Montañas de la Boca del Desierto, 12 de Tarsakh (abril), 1372 CV Año de la Magia Salvaje. Hacia la Medianoche.

 

[Shadril]

 

Shadril sintió un gran alivio al ver que Amroth había vuelto, pues la tardanza del explorador había llegado a crisparle los nervios de preocupación. Corrió hacia este para tratar de averiguar que másestaba pasando.

- ¿Y las hogueras? – Preguntó con excitación. - ¿Están quemando algún asentamiento? – La voz de la elfa revelaba el desasosiego de que algun inocente estuviera en peligro.

Shadril ya tenia la mochila en la mano para ponerse en camino, pues en la espera se habia preparado para ponerse en camino inmediatamente. Mientras aguardaba con ansiedad una respuesta de Amroth que aclarara un poco más el misterio de aquellos fuegos, volvió la mirada hacía Aramir para ver si estaba preparando para marchar. La opción de quedarse allí con las manos ociosas, mientras una banda de salvajes orcos atacaran a alguien, no se le habia pasado por la cabeza ni por un momento.

[]

 

- No me he acercado lo suficiente para saber lo que son. Los orcos y el humano parecen dirigirse a uno de los fuegos – dice señalando al fuego pequeño, la antorcha prácticamente se ha reunido ya con él. - Pero si están quemando algo no parece un asentamiento, demasiado pequeño. Puede ser un fuego de campamento o incluso una pira funeraria, pero nada más. En cuanto al otro – añade señalando el fuego más grande – desde luego es demasiado grande para un campamento, y si es una pira funeraria es digna de un rey. Algo grande se está quemando allí, puede que una casa.


Mientras Amroth hablaba, Shadril pasaba su peso de un pie a otro de forma nerviosa al tiempo que lanzaba breves miradas a los fuegos que podían verse en la lejanía. Aramir, por su parte, que sabía lo que le esperaba, se puso a recoger sus cosas y se preparó para reanudar la marcha. Otra noche que pasamos en blanco, aunque la idea lo desanimó al principio se volvió a animar al darse cuenta que a pesar de la edad y del tiempo de relativa inactividad pasado en el valle no había hecho demasiada mella en él. Se sentía capaz de pasarse toda la noche persiguiendo orcos.


- Pues no podemos quedarnos aquí parados cuando unos orcos podrían estar atacando un poblado tan cerca. Debemos ir allí de inmediato y tratar de ayudar.


Ninguno de sus compañeros se lo discutió. No tanto por estar de acuerdo, como por que sería inútil. Rápidamente se pusieron en marcha, directos al fuego más grande de los que podían verse desde su posición elevada, con el explorador a la cabeza. La sacerdotisa tenía que hacer un esfuerzo consciente para no adelantarse. La urgente necesidad de quien quiera que estuviese siendo atacado por los orcos (si es que ese era el caso) la impulsaba a correr tanto como podía: Sin embargo, el sentido común y la prudencia le indicaban que debía dejar que el explorador fuese delante.


Un rato después, el grupo llegó al fuego más grande de los que se veían desde las ruinas de la torre. Tratando de encontrar un equilibrio entre la cautela y la celeridad, los aventureros se acercaron a lo que parecía una casa ardiendo. Más bien una cabaña, por lo que quedaba de ella. El fuego, aunque aún ardiendo, ya no lo hacía con la misma intensidad.

No había señales de atacantes, ni de víctimas. La cabaña no parecía formar parte de ningún asentamiento, si no que era una construcción solitaria. Tampoco se podían ver cadáveres por la zona. De hecho, a parte de la cabaña en llamas, la única otra señal de que alguien hubiera estado allí es un poste, situado a unos doce pasos de la casa, con un trozo de piel curtida, de alguna clase de animal sin identificar, con un dibujo. La luz del fuego es más que suficiente para ver con claridad el dibujo, sin embargo, tan sólo Aramir pudo reconocerlo.


- Es una señal de advertencia orca. Indica lugar maldito o magia peligrosa.


Mientras el guerrero humano y la sacerdotisa elfa trataban de determinar lo que significaba todo aquello, el explorador elfo volvió a reunirse con ellos, a pesar de que no habían notado que se ausentara.

- Eran unos diez, no se si eran orcos, pero se han ido por allí. - dijo señalando hacia el norte. - si los perseguimos ahora, es probable que perdamos el rastro del otro grupo, el que va con el humano.

[AD] Turno 11 [Grupo] [Montañas, Noche]

Montañas de la Boca del Desierto, 12 de Tarsakh (abril), 1372 CV Año de la Magia Salvaje. Por la Noche.
[Aramir]
Era casi de noche cuando Aramir y sus compañeros llegaron a la torre. Aramir, a pesar de la incipiente oscuridad, pudo atisbar sin dificultad el siempre efectivo y sólido trabajo de la manufactura enana.Se fijó en los restos de acampada que parecían muy recientes y en las posibles pistas que de su inspección el grupo podría extraer.
 
“A ver si de aquí podemos sacar alguna conclusión más clara de los echos”
 
No bien había pensado esto último, observó tres fuentes de luz en la distancia. Parecían campamentos, uno, al noroeste, considerablemente más grande que el otro, al noreste. La tercera luz parecía ser una antorcha al este que se movía de sur a norte.
 
- Amigos míos, parece que el o los portadores de esa antorcha se dirigen hacia aquel campamento del noreste ,- dijo el bárbaro al percatarse de que sus compañeros ya se habían fijado en las luces.
 
- Como nos encontramos más cerca de ella, propongo que nos dirijamos hacia allí a ver si podemos sacar alguna conclusión de todo esto. Quizás Amroth debería adelantarse, ya que sus habilidades innatas de rastreo y sigilo podrían ser necesarias, todo caso que los portadores de la luz no fuesen amigos - (cosa por otro lado muy posible encontrándonos en la situación en la que nos hallamos, pensó para sí el aventurero).
 
En cualquier caso siempre podrían subir lo más alto posible al edificio y atisbar los campamentos para obtener detalles que alumbrasen alguna claridad sobre ellos.

[Shadril]
Shadril se encontraba al borde del risco, descansando de la caminata y disfrutando de la puesta de sol mientras el aire fresco de las montañas hacia ondear su cabello plateado. Observando con curiosidad las lejanas luces, la elfa expresó sus impresiones a sus compañeros.
 
- Si, creo que seria buena idea tratar de averiguar quién está en esos campamentos. Es posible que sean simples viajeros de paso o aventureros como nosotros, y que quizás reciban con buenos ojos algo más de compañía o información sobre la zona, algo que también a nosotros nos podría venir bien. -
 
La elfa meditó unos instantes, mientras jugueteaba con una pequeña trenza que tenia hecha a uno de los lados del peinado.
 
- Pensándolo un poco, también me resultaría extraño que cualquiera de esos grupos pudiera ser el de los elfos oscuros que andamos buscando, sería curioso que acamparan por la noche, momento en el que tendrían que estar más cómodos debido a su aversión a la luz, y que centraran su ciclo de actividad durante el día. Aunque es cierto que no estoy muy segura de que decisión podría al final tomar, alguien tan fuera de lugar aquí, como un habitante de la suboscuridad. -
 
La sacerdotisa se dirigió al interior de la torre, tratando de descubrir si había alguna pista sobre el último campamento que se había instalado. Quizás no fuese tan buena como su colega Teu-Tel’Quessir siguiendo los rastros, pero había sido preparada como
miembro de los elegidos entre las fuerzas itinerantes que servían a la Doncella Oscura, y como tal estaba bastante capacitada para la supervivencia en entornos agrestes; contaba con que sus habilidades les pudieran ayudar para descubrir algo sobre la identidad de los
últimos residentes.
 
Mientras registraba el entorno recordó, con preocupación, que Amroth llevaba bastante tiempo callado desde que salieran de la cueva. Quizás algo más lo tenía preocupado, pues no veía ninguna otra razón para que estuviera tan distante. Aun así, Shadril prefirió no forzar la situación ni insinuar que se adelantara o se quedara con ellos, pensó que quizás fuera mejor dejar algo de espacio al explorador para que retomara el contacto.

 
[]

A pesar de la oscuridad de la noche, la parte más alta de la torre podría permitir que la visión mejorada mágicamente de Aramir lograse discernir la naturaleza exacta de los fuegos que se podía ver desde su posición. Y quizás descubriesen algo más. Aunque lo ideal sería verlo a la luz del día, podrían no tener tanto tiempo y no se perdía nada por echar un vistazo ahora.
Así decidido, el veterano guerrero dejó la mayor parte de su equipo en el suelo, a la entrada de la torre, para que no le estorbase en su escalada. Mientras lo hacía, evaluó durante unos momentos la conveniencia de quitarse la armadura para trepar por el muro, pero terminó por desecharla. La escalada no parecía tan difícil de todas formas.
Así, no sin esfuerzo, el aventurero trepó lento pero seguro por la pared interior de la torre para llegar al último piso. La escalada sólo le llevó unos minutos, y cuando llegó a su destino, aguzó sus sentidos para contemplar las montañas desde donde estaba. Los altos picos limitaban su visión pero desde luego era una buena vista, aún de noche. No pudo distinguir más fuegos en la distancia y se concentró en los que ya habían visto.
Desde allí comprueba que la luz que supusieron fuese una antorcha se dirige al fuego fijo más cercano, un fuego de campamento bastante grande, si de eso se trata. Ahora casi puede distinguir figuras moviéndose en torno al fuego y este resulta bastante grande en comparación. No es el típico fuego de campamento, ese fuego tiene otra función.
El otro fuego, el más alejado, tampoco parece una fogata. Está muy lejos para saberlo, pero tiene más bien el aspecto de algo que se quema, algo grande, posiblemente una cabaña.

Mientras Aramir se prepara para subir a lo alto de la torre, Shadril revista el interior de esta para tratar de descubrir algo sobre sus últimos ocupantes. Los restos del campamento no revelan gran cosa, salvo que quienquiera que fuese encendió un pequeño fuego y comió raciones de viaje (carne seca). Sin embargo, las huellas que hay en torno al fuego son de botas de tamaño humano, demasiado grandes para tratarse de trasgos. Y se diría que hace poco que se fueron. Probablemente se refugiaron aquí de la lluvia y cuando esta amainó, siguieron su camino. Por desgracia, sus capacidades no llegan a tanto como para descubrir cuál es ese camino.
Mientras espera, encuentra algo junto a una pared de la torre. Es un pellejo de agua, vacío e inservible por un desgarrón. Su factura es sin duda élfica, pero con un estilo un poco extraño. Casi con toda seguridad ha sido fabricado por elfos oscuros.

Un par de horas más tarde, reaparece Amroth.
- Me he acercado todo lo posible a la antorcha sin delatar mi presencia. Es un pequeño grupo de orcos. Supongo que llevan la antorcha para que su acompañante humano pueda ver por donde pisa. Es un humano con armadura, pero sin armas. Supongo que los orcos lo desarmaron, pero no iba atado.

[AD] Turno 10 [Grupo] [Montañas, Tarde]

Montañas de la Boca del Desierto, 12 de Tarsakh (abril), 1372 CV Año de la Magia Salvaje. Por la Tarde.

[Shadril]
Después de acabar de repasar la complicada traducción y de terminar de ojear el papel en su conjunto. Shadril se quedo mirando a Aramir con una ceja levantada en una mueca que resultaba en parte algo cómica. – Creo haber visto galimatías con más sentido entre los grimorios de Thanadryan. – Dijo algo frustrada.
 
Luego sopesó unos instantes la información mientras jugueteaba con el papel.
 
– No se, el texto podría ser un poema, una canción folclórica, la clave para acceder a algo, o incluso peor, el mantra de un ritual. Pero no tiene ningún sentido que utilice escritura élfica, un orco que supiera hacerlo jamás escribiría utilizando el Espruar, sería casi un anatema para ellos. Así que es muy probable que fuera escrito por alguien que conociera nuestra letra y que hubiera escuchado esta composición. –
 
Después la elfa se levantó para ir a buscar su preciosa mochila. Con ella en la mano, se volvió a sentar donde antes e introdujo la mano en uno de los bolsillos laterales. Realizando un grácil movimiento sacó un tubo de cuero repujado con motivos de enredaderas y color de cerezo. De entre todo lo que había en el interior del recipiente se decidió por una hoja de papel y una pluma de escritura de algún tipo de ave oriental. Y luego volvió a meter la mano en la mochila para sacar un frasquito de tinta traída de Kozakura.
 
La elfa se preparó para escribir y atrajo una de sus lucecillas de matices irisados sobre el papel. Con ágiles trazos la elfa transcribió la traducción del texto en su propia lengua con el objetivo de no olvidarla, y cuando hubo acabado, repasó una vez más las frases.
 
– El significado de todo esto se me escapa. Lo raro es que las cinco primeras estrofas podrían aplicarse casi a cualquier cultura élfica, pero la ultima solo tiene sentido cuando piensas en los elfos de la oscuridad. Bueno, también parece el típico enigma que solo cobra sentido cuando tienes todas las respuestas delante. – Tomo aire y terminó la ultima frase con tono de preocupación. – Tan solo espero que no tenga nada que ver con este pictograma tan vulgar. –
 
Decidiendo no perder más tiempo en aquel momento con todo aquello, volvió a guardar sus cosas dentro de la mochila, y apartando de delante de ella las mariposeantes luces multicolores recolocó los diversos objetos de los trasgos para echarles un último vistazo. Le tendió a Aramir el papel con la traducción por si Amroth quería ojearlo; y después, con un florido y rápido movimiento se posó el dedo índice izquierdo en la frente, cerró los ojos, y musitó unas suaves palabras de adivinación. – Huomata Maaginen. –
 
Shadril abrió de nuevo con lentitud sus bellos ojos de tonos lilaceos y un leve resplandor se reflejó en sus iris mientras trataba de averiguar con su nueva percepción si había algo de sobrenatural o místico entre alguna de aquellas posesiones.

[]
Cuando Shadril termina de transcribir el “poema” en su propia lengua, lo repasa una última vez. Lo lee para sí misma, casi murmurando, en su lengua natal. La verdad es que así no suena mucho mejor. Finalmente lo desecha para pasar a detectar magia. Quizás el amuleto sea magico, o puede que haya alguna otra sorpresa… Pero la sorpresa le llega incluso antes de hacer su magia… El dibujo obsceno ha desaparecido del papel. Eso no tiene mucho sentido y hace que la sacerdotisa vuelva a coger el papel para repasarlo una vez mas. No solo ha desaparecido el dibujo, también el texto ha cambiado. El alfabeto utilizado sigue siendo el espruar, pero en esta ocasión los sonidos que representan son de la lengua élfica, concretamente un dialecto de los elfos oscuros. El nuevo texto reza así:
 
“Amado padre
 
Todo va según lo previsto. Ya hemos recuperado cinco de los objetos que solicitaste con muy pocas bajas. Tu plan funciona a la perfección. Sin embargo, humildemente solicito una vez más que me aclares como va a ayudarnos a recuperar el control de la ciudad. No trato de desafiarte ni dudar de tu sabiduría, pero una idea más clara de nuestros objetivos me ayudarían a cumplir mejor mi parte en tu plan maestro. Mis tropas son leales y capaces, pero escasas en número y empiezan a acusar el cansancio. Y escondernos en estas ruinas enanas no ayudan precisamente a su moral. Especialmente porque cada vez que tramamos de salir al exterior los ogros nos acosan. Mañana atacaremos la abadía y espero que alguno de esos brujos que me enviaste sepa decirme algo útil.
 
Tu amante hija, SiNafay”

[Shadril]
Con su voz melodiosa, la sacerdotisa leyó en voz alta el escrito de la carta a sus compañeros y cuando hubo acabado les alcanzó el texto para que pudieran hecharle un vistazo con tranquilidad.
 
 - ¡Vaya! La cosa se complica por momentos. – Manifestó Shadril con cierta consternación. – No solamente tenemos a esos misteriosos drows conspirando para atacar poblaciones de la superficie, además, al parecer, también han provocado la ira de alguna tribu de ogros. -
 
 
Ogros, la sola mención de aquellos seres hacia que se le revolvieran las tripas a la sacerdotisa. En el pasado había tenido algún contacto con ellos, y no deseaba repetir la experiencia. Eran unas de las criaturas más aborrecibles que hubieran posado el pie en la faz del mundo. El origen real de aquellas abominaciones se le escapaba a la
elfa, pero las leyendas hablaban de algún pasado irracional de mezclas imposibles entre gigantes y humanos, y ala vez de una incestuosa continuidad reproductiva entre congéneres durante milenios. Aquel dato no hubiera pasado de lo puramente anecdótico, si no fuera por la horrible insistencia que tenían aquellas criaturas del caos de alimentarse de otros seres pensantes, en especial de humanos, pero sin desdeñarse incluso a si mismos.
 
Pero en Faerûn, que hubiera criaturas que desearan alimentarse de ti no era lo sorprendente. Como si el canibalismo y el incesto no fueran suficientes por si mismos, lo que los convertía en realmente aberrantes era la capacidad que tenían los ogros para disfrutar de aquello. No solo es que su inteligencia no diera para más, si no que cada ínfima parte de brillantez que llegaban a poseer aquellas criaturas, estaba destinada a la más desagradable crueldad. En realidad, era una suerte que los ogros fueran también unos de los seres más estúpidos; pues si por un casual, hubieran desarrollado una inteligencia más común, ni siquiera los habitantes del abismo serían capaces de imaginar las horripilantes acciones que los ogros hubieran sido capaces de llevar a cabo.
 
Muchos sabios decían, que la verdadera razón de la costumbre humana de atrincherarse y ocultarse en ciudades y poblaciones amuralladas no era debida totalmente a los conflictos y guerras entre ellos u otras razas semihumanas, sino al terror ante los ataques de los monstruos, y más en concreto de los ogros. Aunque el valor último de algunos héroes no solía flaquear en sus corazones, ni frente a las atrocidades de la guerra, ni frente al temor a los sucesos o criaturas sobrenaturales; muy pocos eran capaces de soportar ver el destino de aquellos que caían en manos de estas criaturas. Lo cierto era que no existía una palabra más correcta en las lenguas humanas, para identificar los actos más terroríficos llevados a cabo por una criatura, que no fuera la de llamarle monstruo o directamente ogro. El miedo irracional que despertaban los ogros estaba basado en hechos repetidos desde la antigüedad.
 
- No me gusta que haya ogros de por medio, Aramir, creo que esto se puede poner muy feo. – exclamó la elfa, mientras que sus hermosos ojos lilas reflejaban su preocupación.
 
 Por increíble que pudiera parecer, el conocimiento de Shadril sobre aquellas criaturas había sido casi de primera mano. Hacía ya bastante tiempo, en alguna de las pasadas aventuras que había vivido con sus compañeros, la elfa había salvado la vida de un medio-ogro. Aquella triste criatura había llevado una existencia terrible, mientras trataba de sobrevivir y de hacerse un lugar entre un grupo de ogros al que se habían enfrentado los aventureros. Shadril había puesto en peligro la amistad del grupo al tratar de salvar a aquella criatura, pero tras mucha tensión, el tiempo había dado la razón a la enviada de Eilistraee.
 
Aquel pobre hibrido, aunque con un origen horrendo, no estaba totalmente corrupto, quizás gracias a su parte humana, tenía conciencia, y la carga de culpabilidad de su pasado de pesadilla seria algo que tendría que arrastrar toda su vida. Los ogros no dejaban de ser unos seres totalmente malvados con una mente simple y retrasada, el haber sido criado por ellos solo había desarrollado su capacidad de pensamiento un poco más allá de la de un niño que copiaba las acciones de sus mayores.
 
Como una madre con un hijo descarriado, la sacerdotisa se había ocupado de él, le había ayudado a desarrollarse como persona y a la vez, a aliviar el peso de su dolor emocional. Durante el tiempo que duró su compañía, había tratado de hacer que recuperara la dignidad y se integrara entre aquellos pueblos que se oponían a la total oscuridad. Pero hacia mucho tiempo que se habían separado, y no sabia que había sido del destino del mestizo.
 
Tras pensar en todo aquello, Shadril recordó que todavía no sabían por que tenían aquellos trasgos el mensaje. Era muy extraño que unos drows hubieran puesto su confianza como mensajeros en unas criaturas a las que probablemente consideraban como seres inferiores, o algo peor. Tampoco conocían la antigüedad real del mensaje, lo que les hubiera dado algún indicio más sólido sobre su actual paradero o sus próximos objetivos.
 
 - Deberíamos apresurarnos, quizás podamos encontrar alguna pista más en aquellas ruinas enanas de antes. - Comentó a sus compañeros.
 
 Mientras le daba vueltas a los enigmas, volvió a guardar los utensilios de escritura dentro de la mochila, y apartando con un leve gesto sus mariposeantes luces multicolores de delante de ella, recolocó las posesiones de los trasgos para poder echarles un último vistazo. Recogió el amuleto con cierta curiosidad, y después, con un florido y rápido movimiento, se posó el dedo índice izquierdo en la frente, cerró los ojos, y musitó unas suaves palabras de adivinación.

– Huomata Maaginen. –
 
Shadril sintió un cambio interno en su sentido de la realidad, abrió de nuevo con lentitud sus bellos ojos de tonos liláceos, y un leve resplandor recorrió sus iris mientras trataba de averiguar con su nueva percepción, si había algo de sobrenatural o místico entre alguno de aquellos objetos.

[Aramir]

Aramir se sorprendió al ver a Shadril, siempre tan empática con cualquier criatura viva (aunque fuesen unos simples goblins), dándole un largo trago al fuerte vino Berduskano, cuando apenas acababa de matar al goblin y por el que acababa de mentar una plegaria hacia escasos momentos.
Cabeceó diciéndose a sí mismo que lo más probable era que la sacerdotisa quisiese olvidar el echo de la manera más rápida que conocía; y por qué no, para el bárbaro el licor era una buena manera de hacerlo.

Al oír las palabras de la elfa sobre el posible peligro de algún viajero Aramir pensó que ante esa posibilidad debían ir con la mayor prontitud posible al rescate, pero enseguida sus pensamientos se diluyeron en los aromas de la comida que, “milagrosamente”, Shadril había “mejorado”.

Mientras Aramir observa aquella comida y piensa en lo hambriento que se encontraba ya, escucha a la sacerdotisa pronunciar unas palabras que le eran familiares:

- Grook Alern protubic…

Con la ayuda de la elfa, leyendo ella en élfico el orco y traduciendo él del mismo al común, logran obtener un resultado un tanto extraño:

“Los elfos son prodigiosos. Provocan portentos.
Los elfos son maravillosos. Hacen maravillas.
Los elfos son fantásticos. Crean fantasías.
Los elfos son glamorosos. Proyectan glamour.
Los elfos son encantadores. Conjuran encantamientos.
Los elfos son terroríficos. Engendran terror.”

– Creo haber visto galimatías con más sentido entre los grimorios de Thanadryan. – dijo algo frustrada Shadril

Aramir estuvo completamente de acuerdo con ella. Desde luego no se podía imaginar a los orcos describiendo a los elfos, y menos evocando algunos de los atributos a los que aparentemente los versos apuntaban.

– No se, el texto podría ser un poema, una canción folclórica, la clave para acceder a algo, o incluso peor, el mantra de un ritual. Pero no tiene ningún sentido que utilice escritura élfica, un orco que supiera hacerlo jamás escribiría utilizando el Espruar, sería casi un anatema para ellos. Así que es muy probable que fuera escrito por alguien que conociera nuestra letra y que hubiera escuchado esta composición.

Nuevamente Aramir estuvo de acuerdo con la elfa, mientras cabeceaba afirmativamente.

Mientras la elfa parecía que iba a hacer alguno de sus sortilegios, o lo que fuese que hiciese con su diosa, el bárbaro se dedico a pensar en lo curioso de que el sexto verso
fuese una faceta negativa de los elfos, cuando estos mismos, tenían en los cinco primeros versos del poema una exaltación de sus virtudes.

- ¡Oh! Mirad - dijo Shadril.

Ante los ojos de Aramir, y al observar el papel que le tendían, pudo apreciar que la nota se había transformado en algo totalmente diferente:

“Amado padre
 
Todo va según lo previsto. Ya hemos recuperado cinco de los objetos que solicitaste con muy pocas bajas. Tu plan funciona a la perfección. Sin embargo, humildemente solicito una vez más que me aclares como va a ayudarnos a recuperar el control de la ciudad. No trato de desafiarte ni dudar de tu sabiduría, pero una idea más clara de nuestros objetivos me ayudarían a cumplir mejor mi parte en tu plan maestro. Mis tropas son leales y capaces, pero escasas en número y empiezan a acusar el cansancio. Y escondernos en estas ruinas enanas no ayudan precisamente a su moral. Especialmente porque cada vez que tramamos de salir al exterior los ogros nos acosan. Mañana atacaremos la abadía y espero que alguno de esos brujos que me enviaste sepa decirme algo útil.
 
Tu amante hija, SiNafay”

- SiNafay, ¿acaso no es este un nombre elfo? ¿quizás elfos oscuros?

Aramir apenas lo dijo continuó:

- Aunque los elfos oscuros son sociedades basadas en el matriarcado, y es raro que una mujer se dirija a un macho, aun siendo este su padre, en términos de respeto por lo que yo sé. En cualquier caso alguien pretende atacar una abadía, que supongo no muy lejos de las ruinas enanas…pero pensándolo bien, si tienen brujos en sus filas, quizás no se encuentre tan cerca de ellos. Aquí se mencionan cinco objetos para recuperar el control de una ciudad, por lo que deduzco que al atacar la abadía pretenden conseguir un objeto más, o el elemento que sirve para desencadenar el poder de dichos objetos…

- Una ciudad, 5 objetos, una abadía que van a atacar (¿un objeto más?), tropas, escasas pero efectivas, necesitan esconderse, ayudados por brujos y que no se llevan con ogros, ¿ELFOS OSCUROS?

Aramir miró a sus compañeros de ito en ito…quizás deberían dirigirse a las ruinas enanas…

[]
- Huomata Maaginen. –
Y los ojos lilas de la sacerdotisa brillaron con una tenue luz violácea antes de volver a la normalidad. Con su visión adaptada temporalmente al espectro visible de la magia, volvió a revisar los objetos que tenía ante sí, teniendo buen cuidado de apartar la vista de algunos de los objetos que ella y sus compañeros portaban, pues sabía por experiencia que sus auras mágicas podría distraerla, si las nuevas auras eran demasiado débiles.
El único aura que pudo discernir entre los objetos, era una muy débil. El mismo papel, que antes contenía un poema y ahora una carta, tenía una leve aura mágica. El aura se disipaba a ojos vista pero aún estaba allí, el efecto residual de la magia de ilusión que enmascaraba la verdadera naturaleza de la misiva, ahora revelada, y el conjuro roto.
Ninguno de los otros objetos revelaba el más leve atisbo de magia en ninguna de sus formas. Incluso el amuleto con la runa, envuelto tan cuidadosamente con el papel (que sí contenía magia), resulta ser de lo más mundano. Puede que los goblins creyesen que era mágico, o que fuese importante por alguna razón. O puede que no. Con los goblins uno nunca puede estar seguro.
[Shadril]
Algo decepcionada, la elfa de plateados cabellos, recogió el batiburrillo de objetos que había montado y los guardó con cuidado para un futuro. Quizás, más adelante, se le pudiera sacar algo más de jugo al colgante de la runa, podría ser un tipo de símbolo relacionado de alguna extraña manera con la misiva de los elfos oscuros.
 
Para curiosidad de Aramir se guardó también la espada corta, aunque sabia por su forma de combatir que no era del estilo de las que manejaba la elfa, alegó para ella que algo le había llamado la atención sobre su manufactura, pero lo cierto es que solo en parte le picaba la curiosidad, el resto era cierto tipo de teoría filosófica sobre la importancia de una espada en zonas peligrosas, que para ella era equivalente a la de las provisiones. Y también, de paso, pensó que podría servirle como entretenimiento tratar de devolverla a un estado más respetable.
 
Como ninguno de sus compañeros parecía quejarse, prefirió dejar para más adelante tomar algún tipo de refrigerio, aunque en el fondo, creía que a manudo solían tener una actitud demasiado severa como para permitirse mostrar debilidad ante ella. Así que  recogió también las provisiones y lo dejó todo preparado para ponerse en camino.
 
Shadril aconsejó a sus amigos que ocultaran las posibles pistas de su paso por aquel lugar, sus experiencias pasadas le habían enseñado la utilidad del sigilo, y prefería no dejar información gratuita por si algún posible enemigo volvía por la zona.
 
Mientras sus compañeros borraban los rastros del combate, Shadril aprovechó el intervalo para retomar sus responsabilidades morales y volver a su pequeño plan. Llevó por si misma los cuerpos de los trasgos y las pertenencias que habían desechado a una esquina y los depositó de forma que parecieran estar descansando un sueño eterno.
Rezó una oración por sus almas, pues la elfa respetaba con honor el combate contra sus oponentes; y al final, cuando hubo terminado, se alejó hacia el centro de la cueva, pidiéndoles al explorador y al guerrero que se alejaran un poco.
 
Después de estudiar un rato la configuración de la forma de la piedra que tenían las superficies de la cueva, tomo una decisión, e inició una invocación de su poder. Se agachó tocando el suelo con su mano izquierda, y por unos instantes su voz sonó como el dulce recuerdo de un susurro olvidado en los ecos oscuros de los miles de cavernas de la antípoda oscura. – Kirjurin kätkeä maahan muutos, kolmannes laakea: Kivinen Hahmottua. –
 
Por sus venas corría, en parte, la sangre del linaje de aquellos que habían sido desterrados a vivir en lo más profundo del mundo, y el recuerdo de sus pactos despertó el poder de la elfa sobre la tierra. La piedra del suelo de la cueva empezó a burbujear y, después, al alzar la sacerdotisa levemente la mano, en un rápido y sorprendente movimiento de oleaje, recubrió todo atisbo de existencia de los cuerpos de los trasgos. Shadril cerró el puño, y con un profundo crujido, la piedra se volvió a solidificar adoptando otra vez los caóticas perfiles naturales que formaban parte de la erosionada superficie. La elfa se esforzó para que la nueva fachada no tuviera ninguna apariencia de haber cambiado sobrenaturalmente.
 
Aunque orgullosa de su trabajo, prefirió pedirle su consejo personal a Amroth para que le ayudara a cubrir cualquier posible rastro final en la alteración del entorno. Una vez terminaron la meticulosa tarea, se prepararon para ponerse en camino. La sacerdotisa se dirigió hacia el exterior preguntándose si habría cambiado el tiempo.
 
Por un instante, recordó que desconocían totalmente lo que podría hallarse en la torre a la que se dirigían. Así, que decidió consultar con sus compañeros aventureros:
 
- ¿No seria mejor que Amroth se adelantara un poco para ver que hay en la torre? – Pregunto dulcemente.
[]
Tras dar la debida sepultura a los desgraciados goblins y comer algo, el grupo aventurero descansó en el interior de la caverna hasta que la tormenta por fin amainó. Aún caían las última gotas de lluvia cuando el grupo, con el explorador elfo a la cabeza, abandonó el refugio para dirigirse a la torre en ruinas que habían visto antes de que la tormenta se desatase. Quedaban pocas horas de luz, pero no debía estar lejos.

Las últimas luces del día aún iluminaban las montañas cuando alcanzaron la torre. La casi extinta luz les permitió echar un vistazo detallado a la torre antes de prepararse para pasar la noche. Las ruinas pertenecían a lo que debió ser una torre de guardia, con toda seguridad de manufactura enana y muy antigua. Se pueden reconocer tres plantas en la torre, aunque parece claro que originalmente tubo al menos una planta más. El acceso al interior de la torre es sencillo, pues la pared este ha desaparecido casi por completo. Las sombras cubren por completo la parte interior de la torre, sin embargo, la excelente visión de los integrantes de la expedición les permiten ver con claridad que no hay habitaciones, sólo una gran sala que ocupa todo el espacio. No hay mobiliario ni ventanas, aparte de que falte una pared. La puerta, de madera podrida hace mucho, con refuerzos metálicos, hace tiempo que no es necesaria. A unos metros de ella, una escalera de piedra lleva hasta la planta superior.

Un edificio antiguo, en este lugar concreto y en su estado actual, parece un lugar perfecto como refugio temporal, y no son los primeros que lo piensan. Hay claras señales de que ha sido utilizado como refugio con anterioridad en numerosas ocasiones por todo tipo de criaturas, tanto humaniodes como animales. Aunque ahora parece que no hay nadie más, los restos de campamento sugieren que se utilizó como tal hace un día como mucho.

Dada su situación y altura, de tres pisos, sería un buen puesto de vigía, pues desde lo alto se podrá ver una gran distancia. Sin embargo, aunque desde el exterior no se ve con claridad, parece que la tercera planta está en muy mal estado, y podría ser peligroso subir hasta tan arriba.

Ahora, en la incipiente noche, desde vuestra posición aventajada podéis distinguir tres fuentes de luz en la distancia. Dos de ellas son fijas, posiblemente fuegos de campamento, uno hacia el noreste y otro, considerablemente más grande, hacia el noroeste. Además, podéis distinguir otra luz, esta vez móvil, seguramente una antorcha hacia el este. Esta última es la que más cerca está de vosotros, a tan sólo unos minutos de camino seguramente y se mueve de sur a norte. No está claro si se dirige a alguna de las otras luces.

[AD] Turno 9 [Grupo] [Montañas, Mañana]

[AD] Turno 9 [Grupo] [Montañas, Mañana]

Montañas de la Boca del Desierto, 12 de Tarsakh (abril), 1372 CV Año de la Magia Salvaje. Por la Mañana.

[Aramir]

-¡Demonios! ¡Estos goblins eran duros de pelar! - pensó Aramir.

- Quién se hubiera imaginado una batalla de tal calibre con unos simples goblins -, pensó para sí Aramir mientras ayudaba a Shadril con lo cuerpos.

- ¿Te has fijado en el tesoro que llevan estos bichos? ¡En toda mi vida de aventurero no me había topado con un tesoro semejante para tan nímias criaturas!

Al observar a la elfa, Aramir refrenó su lengua. Sabía lo sensible que era a la muerte de cualquier criatura, aunque esa misma fuera una babosa de las cavernas.
Mientras se hacía esta observación, el bárbaro fue apartando las pertenencias que podían serles de utilidad en el futuro, empezando por el odre con "licor enanil", del que, a buen seguro, Amroth y él darían buen uso en su próxima acampada: uno no siempre podía permitirse algo así...

- Shadril, ¿de dónde han podido sacar estos goblins estas monedas de plata? ¿Es posible que haya algo más en Tethyamar que muertos vivientes? Quizás deberíamos investigar...

Nada más decir estas palabras, Amroth llegó a la cueva y Aramir le puso en situación de lo que allí se habían encontrado. Además le instó a explorar a fondo esa cueva y los alrededores por si pudiera haber más goblins por los alrededores.

[Shadril]

Absorta temporalmente en sus pensamientos la elfa rió en parte el comentario de Aramir sobre el tesoro. En el fondo no estaba muy segura de si su compañero estaba intentando tomarle el pelo solo para tratar de animarla un poco, o es que realmente estaba sorprendido por el inventario. Supuso lo primero, pues conociendo los diversos tesoros de dragón que había llegado a saquear el famoso aventurero de los Valles, las posesiones de aquellos trasgos no podían ser capaces realmente de sorprenderle demasiado.

– Déjame ver un momento – dijo Shadril mientras cogía las monedas que sostenía Aramir.

Observó con detenimiento las monedas de Tethyamar, y se regocijó un poco de su juventud al darse cuenta de que aquellas monedas ya eran viejas cuando ella ni siquiera había nacido. Al pasar tanto tiempo entre otras razas, a veces era bastante frustrante como elfa, que mientras que los tuyos te trataran como una simple jovenzuela, el resto te viera como si fueras un antepasado suyo.

La elfa se hizo un sitio entre el batiburrillo de cosas que habían encontrado y se sentó cómodamente mientras recogía su botella del fuerte vino Berduskano. Había sido lo bastante habilidosa como para conseguir apartarla hacia una esquina y que no se derramase el preciado licor cuando surgió la lucha, pero de todas formas ya estaba abierta y era una pena no aprovechar la situación.

Le dio un tiento largo pensando que le aclararía las ideas, y meneo graciosamente la cabeza al acabar. Era denso, bastante fuerte, y a la vez dulce hasta resultar casi empalagoso, como un amante en celo a la expectativa, le encantaba.

Soltó una ligera risita al ver la cara de sorpresa de Aramir, pues era bastante gracioso que siguiera esperando que se comportara siempre como una damisela. – Si quieres – dijo ofreciendo la botella – esta algo caliente para mi gusto. Pero nunca sabe mejor que al poco de abrir la botella, así que aprovecha. –

Poso las monedas a su lado mientras revisaba el resto de cosas de las criaturas. Y le comento a su compañero sus primeras impresiones.

– No creo que haga falta que viajemos hasta esas minas malditas de los enanos para hallar mas pistas sobre las monedas. Suponiendo que el torreón en ruinas que vimos antes allá arriba, desde el camino, hubiera sido construido por el pueblo robusto, es muy probable que los trasgos pudieran haberlas encontrado por la zona. Me preocupa mas la
procedencia de este pan de los medianos, quizás pertenezca a algún viajero que se encuentre en peligro. – La sacerdotisa hizo una pausa con preocupación. – Si es que aun sigue con vida. –

Mientras sopesaba la situación revisó el estado del resto de la comida, pensaba llevarse lo que pudiera, pues para ella era un pecado desperdiciar alimentos que pudieran ser aprovechados en el futuro en un momento de necesidad. De todas formas, al no estar muy segura de la procedencia y tiempo de aquellos, decidió utilizar un poco de su poder
sagrado para mejorar su situación.

Con un grácil movimiento pasó la mano sobre el grupo de alimentos, al mismo tiempo que susurraba unas palabras. – Puhdistaa Elintarvikkeet ja Imeä. – Un agradable olor a pan recién orneado y comida fresca lleno la estancia. –así está mejor. –

Frunció un poco el ceño al no querer imaginarse que podía hacer un trasgo de aquellos con una pieza de ropa interior de aquel estilo. Luego, echó un vistazo a la manufactura de la espada corta, que parecía bastante decente, pero la posó frente a ella posponiendo un análisis más a fondo, pues se vio atraída por el pequeño amuleto y el papel en que estaba envuelto. Al no comprender lo que ponía en el papel trató de enmendar la situación mientras trataba de recordar si la runa del amuleto le sonaba de algo.

Sosteniendo el papel en la palma de su mano emitió una orden divina. – ¡Taideparsinta! – de repente un pequeño resplandor azulado recorrió la hoja mientras esta parecía viajar hacia el pasado y recomponerse a un estado menos lamentable.

[]

Tras colocar cuidadosamente los objetos encontrados ante ella, la sacerdotisa elfa examina con atención el amuleto, haciendo memoria para tratar de dilucidar el significado de la runa que se haya grabada en él. Por desgracia no recuerda haber visto antes esa runa en particular, aunque no es una gran experta en runas, sí que ha visto unas cuantas en su vida. Pero, si ha visto esta antes, el recuerdo no alcanza su mente consciente por más que lo intenta. También puede que ni siquiera se trate de una runa propiamente dicha. Pudiera tratarse de un símbolo personal o algo parecido.

Tras utilizar un conjuro de restauración sobre el papel que envolvía el amuleto, la magia se encarga de restaurarlo lo suficiente para poder leerlo. Gracias a la magia ahora parece recién escrito, aunque el dibujo obsceno que alguien hizo sobre el texto también permanece. El escrito, ahora más legible, utiliza los estilizados caracteres espruar propios de la lengua élfica. Sin embargo el dialecto que expresa resulta totalmente incomprensible para la mujer elfa. Desconcertada, trata de pronunciar las primeras líneas del texto, pero los caracteres forman grupos extraños y los sonidos le resultan difíciles de pronunciar. Los sonidos que torpemente pronuncia la elfa, atraen la atención del humano, previamente distraído en la degustación del vino de Berdusk y la contemplación de las monedas enanas. Aramir, versado en la lengua de los orcos, reconoce los sonidos como palabras en la lengua de estos violentos humanoides. La pronunciación no es totalmente correcta, pero está claro que alguien ha utilizado caracteres elfos para transmitir palabras de los orcos. El guerrero humano conoce un poco de la lengua élfica y su escritura y habla el orco con fluidez, pero mezclar ambos idiomas le resulta demasiado difícil, así que Shadril continúa pronunciando las palabras como cree que deberían sonar y Aramir las traduce del orco. Es un proceso difícil e ingrato para ambos, pero por suerte el texto no es muy extenso y entre los dos consiguen traducirlo por completo a la lengua común.

"Los elfos son prodigiosos. Provocan portentos.

Los elfos son maravillosos. Hacen maravillas.

Los elfos son fantásticos. Crean fantasías.

Los elfos son glamorosos. Proyectan glamour.

Los elfos son encantadores. Conjuran encantamientos.

Los elfos son terroríficos. Engendran terror."

Tras leer el texto en voz alta, la sacerdotisa repara una vez más en el dibujo obsceno que hay sobre él. Es difícil abstraerse de semejante muestra de arte pictórico. El dibujo es tan burdo como grotesco. La verdad es que es difícil interpretarlo, pero se diría que trata de representar un apareamiento a tres bandas entre miembros de razas distintas. La calidad del dibujo no permite una descripción más detallada y aunque la aventurera nunca se ha considerado una mojigata, el dibujo logra, de alguna forma, sonrojarla. O quizás sea efecto del vino.