Montañas de la Boca del Desierto, 12 de Tarsakh (abril), 1372 CV Año de la Magia Salvaje. Por la Tarde.
[Shadril]
Después de acabar de repasar la complicada traducción y de terminar de ojear el papel en su conjunto. Shadril se quedo mirando a Aramir con una ceja levantada en una mueca que resultaba en parte algo cómica. – Creo haber visto galimatías con más sentido entre los grimorios de Thanadryan. – Dijo algo frustrada.
Luego sopesó unos instantes la información mientras jugueteaba con el papel.
– No se, el texto podría ser un poema, una canción folclórica, la clave para acceder a algo, o incluso peor, el mantra de un ritual. Pero no tiene ningún sentido que utilice escritura élfica, un orco que supiera hacerlo jamás escribiría utilizando el Espruar, sería casi un anatema para ellos. Así que es muy probable que fuera escrito por alguien que conociera nuestra letra y que hubiera escuchado esta composición. –
Después la elfa se levantó para ir a buscar su preciosa mochila. Con ella en la mano, se volvió a sentar donde antes e introdujo la mano en uno de los bolsillos laterales. Realizando un grácil movimiento sacó un tubo de cuero repujado con motivos de enredaderas y color de cerezo. De entre todo lo que había en el interior del recipiente se decidió por una hoja de papel y una pluma de escritura de algún tipo de ave oriental. Y luego volvió a meter la mano en la mochila para sacar un frasquito de tinta traída de Kozakura.
La elfa se preparó para escribir y atrajo una de sus lucecillas de matices irisados sobre el papel. Con ágiles trazos la elfa transcribió la traducción del texto en su propia lengua con el objetivo de no olvidarla, y cuando hubo acabado, repasó una vez más las frases.
– El significado de todo esto se me escapa. Lo raro es que las cinco primeras estrofas podrían aplicarse casi a cualquier cultura élfica, pero la ultima solo tiene sentido cuando piensas en los elfos de la oscuridad. Bueno, también parece el típico enigma que solo cobra sentido cuando tienes todas las respuestas delante. – Tomo aire y terminó la ultima frase con tono de preocupación. – Tan solo espero que no tenga nada que ver con este pictograma tan vulgar. –
Decidiendo no perder más tiempo en aquel momento con todo aquello, volvió a guardar sus cosas dentro de la mochila, y apartando de delante de ella las mariposeantes luces multicolores recolocó los diversos objetos de los trasgos para echarles un último vistazo. Le tendió a Aramir el papel con la traducción por si Amroth quería ojearlo; y después, con un florido y rápido movimiento se posó el dedo índice izquierdo en la frente, cerró los ojos, y musitó unas suaves palabras de adivinación. – Huomata Maaginen. –
Shadril abrió de nuevo con lentitud sus bellos ojos de tonos lilaceos y un leve resplandor se reflejó en sus iris mientras trataba de averiguar con su nueva percepción si había algo de sobrenatural o místico entre alguna de aquellas posesiones.
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Cuando Shadril termina de transcribir el “poema” en su propia lengua, lo repasa una última vez. Lo lee para sí misma, casi murmurando, en su lengua natal. La verdad es que así no suena mucho mejor. Finalmente lo desecha para pasar a detectar magia. Quizás el amuleto sea magico, o puede que haya alguna otra sorpresa… Pero la sorpresa le llega incluso antes de hacer su magia… El dibujo obsceno ha desaparecido del papel. Eso no tiene mucho sentido y hace que la sacerdotisa vuelva a coger el papel para repasarlo una vez mas. No solo ha desaparecido el dibujo, también el texto ha cambiado. El alfabeto utilizado sigue siendo el espruar, pero en esta ocasión los sonidos que representan son de la lengua élfica, concretamente un dialecto de los elfos oscuros. El nuevo texto reza así:
“Amado padre
Todo va según lo previsto. Ya hemos recuperado cinco de los objetos que solicitaste con muy pocas bajas. Tu plan funciona a la perfección. Sin embargo, humildemente solicito una vez más que me aclares como va a ayudarnos a recuperar el control de la ciudad. No trato de desafiarte ni dudar de tu sabiduría, pero una idea más clara de nuestros objetivos me ayudarían a cumplir mejor mi parte en tu plan maestro. Mis tropas son leales y capaces, pero escasas en número y empiezan a acusar el cansancio. Y escondernos en estas ruinas enanas no ayudan precisamente a su moral. Especialmente porque cada vez que tramamos de salir al exterior los ogros nos acosan. Mañana atacaremos la abadía y espero que alguno de esos brujos que me enviaste sepa decirme algo útil.
Tu amante hija, SiNafay”
[Shadril]
Con su voz melodiosa, la sacerdotisa leyó en voz alta el escrito de la carta a sus compañeros y cuando hubo acabado les alcanzó el texto para que pudieran hecharle un vistazo con tranquilidad.
- ¡Vaya! La cosa se complica por momentos. – Manifestó Shadril con cierta consternación. – No solamente tenemos a esos misteriosos drows conspirando para atacar poblaciones de la superficie, además, al parecer, también han provocado la ira de alguna tribu de ogros. -
Ogros, la sola mención de aquellos seres hacia que se le revolvieran las tripas a la sacerdotisa. En el pasado había tenido algún contacto con ellos, y no deseaba repetir la experiencia. Eran unas de las criaturas más aborrecibles que hubieran posado el pie en la faz del mundo. El origen real de aquellas abominaciones se le escapaba a la
elfa, pero las leyendas hablaban de algún pasado irracional de mezclas imposibles entre gigantes y humanos, y ala vez de una incestuosa continuidad reproductiva entre congéneres durante milenios. Aquel dato no hubiera pasado de lo puramente anecdótico, si no fuera por la horrible insistencia que tenían aquellas criaturas del caos de alimentarse de otros seres pensantes, en especial de humanos, pero sin desdeñarse incluso a si mismos.
Pero en Faerûn, que hubiera criaturas que desearan alimentarse de ti no era lo sorprendente. Como si el canibalismo y el incesto no fueran suficientes por si mismos, lo que los convertía en realmente aberrantes era la capacidad que tenían los ogros para disfrutar de aquello. No solo es que su inteligencia no diera para más, si no que cada ínfima parte de brillantez que llegaban a poseer aquellas criaturas, estaba destinada a la más desagradable crueldad. En realidad, era una suerte que los ogros fueran también unos de los seres más estúpidos; pues si por un casual, hubieran desarrollado una inteligencia más común, ni siquiera los habitantes del abismo serían capaces de imaginar las horripilantes acciones que los ogros hubieran sido capaces de llevar a cabo.
Muchos sabios decían, que la verdadera razón de la costumbre humana de atrincherarse y ocultarse en ciudades y poblaciones amuralladas no era debida totalmente a los conflictos y guerras entre ellos u otras razas semihumanas, sino al terror ante los ataques de los monstruos, y más en concreto de los ogros. Aunque el valor último de algunos héroes no solía flaquear en sus corazones, ni frente a las atrocidades de la guerra, ni frente al temor a los sucesos o criaturas sobrenaturales; muy pocos eran capaces de soportar ver el destino de aquellos que caían en manos de estas criaturas. Lo cierto era que no existía una palabra más correcta en las lenguas humanas, para identificar los actos más terroríficos llevados a cabo por una criatura, que no fuera la de llamarle monstruo o directamente ogro. El miedo irracional que despertaban los ogros estaba basado en hechos repetidos desde la antigüedad.
- No me gusta que haya ogros de por medio, Aramir, creo que esto se puede poner muy feo. – exclamó la elfa, mientras que sus hermosos ojos lilas reflejaban su preocupación.
Por increíble que pudiera parecer, el conocimiento de Shadril sobre aquellas criaturas había sido casi de primera mano. Hacía ya bastante tiempo, en alguna de las pasadas aventuras que había vivido con sus compañeros, la elfa había salvado la vida de un medio-ogro. Aquella triste criatura había llevado una existencia terrible, mientras trataba de sobrevivir y de hacerse un lugar entre un grupo de ogros al que se habían enfrentado los aventureros. Shadril había puesto en peligro la amistad del grupo al tratar de salvar a aquella criatura, pero tras mucha tensión, el tiempo había dado la razón a la enviada de Eilistraee.
Aquel pobre hibrido, aunque con un origen horrendo, no estaba totalmente corrupto, quizás gracias a su parte humana, tenía conciencia, y la carga de culpabilidad de su pasado de pesadilla seria algo que tendría que arrastrar toda su vida. Los ogros no dejaban de ser unos seres totalmente malvados con una mente simple y retrasada, el haber sido criado por ellos solo había desarrollado su capacidad de pensamiento un poco más allá de la de un niño que copiaba las acciones de sus mayores.
Como una madre con un hijo descarriado, la sacerdotisa se había ocupado de él, le había ayudado a desarrollarse como persona y a la vez, a aliviar el peso de su dolor emocional. Durante el tiempo que duró su compañía, había tratado de hacer que recuperara la dignidad y se integrara entre aquellos pueblos que se oponían a la total oscuridad. Pero hacia mucho tiempo que se habían separado, y no sabia que había sido del destino del mestizo.
Tras pensar en todo aquello, Shadril recordó que todavía no sabían por que tenían aquellos trasgos el mensaje. Era muy extraño que unos drows hubieran puesto su confianza como mensajeros en unas criaturas a las que probablemente consideraban como seres inferiores, o algo peor. Tampoco conocían la antigüedad real del mensaje, lo que les hubiera dado algún indicio más sólido sobre su actual paradero o sus próximos objetivos.
- Deberíamos apresurarnos, quizás podamos encontrar alguna pista más en aquellas ruinas enanas de antes. - Comentó a sus compañeros.
Mientras le daba vueltas a los enigmas, volvió a guardar los utensilios de escritura dentro de la mochila, y apartando con un leve gesto sus mariposeantes luces multicolores de delante de ella, recolocó las posesiones de los trasgos para poder echarles un último vistazo. Recogió el amuleto con cierta curiosidad, y después, con un florido y rápido movimiento, se posó el dedo índice izquierdo en la frente, cerró los ojos, y musitó unas suaves palabras de adivinación.
– Huomata Maaginen. –
Shadril sintió un cambio interno en su sentido de la realidad, abrió de nuevo con lentitud sus bellos ojos de tonos liláceos, y un leve resplandor recorrió sus iris mientras trataba de averiguar con su nueva percepción, si había algo de sobrenatural o místico entre alguno de aquellos objetos.
[Aramir]
Aramir se sorprendió al ver a Shadril, siempre tan empática con cualquier criatura viva (aunque fuesen unos simples goblins), dándole un largo trago al fuerte vino Berduskano, cuando apenas acababa de matar al goblin y por el que acababa de mentar una plegaria hacia escasos momentos.
Cabeceó diciéndose a sí mismo que lo más probable era que la sacerdotisa quisiese olvidar el echo de la manera más rápida que conocía; y por qué no, para el bárbaro el licor era una buena manera de hacerlo.
Al oír las palabras de la elfa sobre el posible peligro de algún viajero Aramir pensó que ante esa posibilidad debían ir con la mayor prontitud posible al rescate, pero enseguida sus pensamientos se diluyeron en los aromas de la comida que, “milagrosamente”, Shadril había “mejorado”.
Mientras Aramir observa aquella comida y piensa en lo hambriento que se encontraba ya, escucha a la sacerdotisa pronunciar unas palabras que le eran familiares:
- Grook Alern protubic…
Con la ayuda de la elfa, leyendo ella en élfico el orco y traduciendo él del mismo al común, logran obtener un resultado un tanto extraño:
“Los elfos son prodigiosos. Provocan portentos.
Los elfos son maravillosos. Hacen maravillas.
Los elfos son fantásticos. Crean fantasías.
Los elfos son glamorosos. Proyectan glamour.
Los elfos son encantadores. Conjuran encantamientos.
Los elfos son terroríficos. Engendran terror.”
– Creo haber visto galimatías con más sentido entre los grimorios de Thanadryan. – dijo algo frustrada Shadril
Aramir estuvo completamente de acuerdo con ella. Desde luego no se podía imaginar a los orcos describiendo a los elfos, y menos evocando algunos de los atributos a los que aparentemente los versos apuntaban.
– No se, el texto podría ser un poema, una canción folclórica, la clave para acceder a algo, o incluso peor, el mantra de un ritual. Pero no tiene ningún sentido que utilice escritura élfica, un orco que supiera hacerlo jamás escribiría utilizando el Espruar, sería casi un anatema para ellos. Así que es muy probable que fuera escrito por alguien que conociera nuestra letra y que hubiera escuchado esta composición.
Nuevamente Aramir estuvo de acuerdo con la elfa, mientras cabeceaba afirmativamente.
Mientras la elfa parecía que iba a hacer alguno de sus sortilegios, o lo que fuese que hiciese con su diosa, el bárbaro se dedico a pensar en lo curioso de que el sexto verso
fuese una faceta negativa de los elfos, cuando estos mismos, tenían en los cinco primeros versos del poema una exaltación de sus virtudes.
- ¡Oh! Mirad - dijo Shadril.
Ante los ojos de Aramir, y al observar el papel que le tendían, pudo apreciar que la nota se había transformado en algo totalmente diferente:
“Amado padre
Todo va según lo previsto. Ya hemos recuperado cinco de los objetos que solicitaste con muy pocas bajas. Tu plan funciona a la perfección. Sin embargo, humildemente solicito una vez más que me aclares como va a ayudarnos a recuperar el control de la ciudad. No trato de desafiarte ni dudar de tu sabiduría, pero una idea más clara de nuestros objetivos me ayudarían a cumplir mejor mi parte en tu plan maestro. Mis tropas son leales y capaces, pero escasas en número y empiezan a acusar el cansancio. Y escondernos en estas ruinas enanas no ayudan precisamente a su moral. Especialmente porque cada vez que tramamos de salir al exterior los ogros nos acosan. Mañana atacaremos la abadía y espero que alguno de esos brujos que me enviaste sepa decirme algo útil.
Tu amante hija, SiNafay”
- SiNafay, ¿acaso no es este un nombre elfo? ¿quizás elfos oscuros?
Aramir apenas lo dijo continuó:
- Aunque los elfos oscuros son sociedades basadas en el matriarcado, y es raro que una mujer se dirija a un macho, aun siendo este su padre, en términos de respeto por lo que yo sé. En cualquier caso alguien pretende atacar una abadía, que supongo no muy lejos de las ruinas enanas…pero pensándolo bien, si tienen brujos en sus filas, quizás no se encuentre tan cerca de ellos. Aquí se mencionan cinco objetos para recuperar el control de una ciudad, por lo que deduzco que al atacar la abadía pretenden conseguir un objeto más, o el elemento que sirve para desencadenar el poder de dichos objetos…
- Una ciudad, 5 objetos, una abadía que van a atacar (¿un objeto más?), tropas, escasas pero efectivas, necesitan esconderse, ayudados por brujos y que no se llevan con ogros, ¿ELFOS OSCUROS?
Aramir miró a sus compañeros de ito en ito…quizás deberían dirigirse a las ruinas enanas…
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- Huomata Maaginen. –
Y los ojos lilas de la sacerdotisa brillaron con una tenue luz violácea antes de volver a la normalidad. Con su visión adaptada temporalmente al espectro visible de la magia, volvió a revisar los objetos que tenía ante sí, teniendo buen cuidado de apartar la vista de algunos de los objetos que ella y sus compañeros portaban, pues sabía por experiencia que sus auras mágicas podría distraerla, si las nuevas auras eran demasiado débiles.
El único aura que pudo discernir entre los objetos, era una muy débil. El mismo papel, que antes contenía un poema y ahora una carta, tenía una leve aura mágica. El aura se disipaba a ojos vista pero aún estaba allí, el efecto residual de la magia de ilusión que enmascaraba la verdadera naturaleza de la misiva, ahora revelada, y el conjuro roto.
Ninguno de los otros objetos revelaba el más leve atisbo de magia en ninguna de sus formas. Incluso el amuleto con la runa, envuelto tan cuidadosamente con el papel (que sí contenía magia), resulta ser de lo más mundano. Puede que los goblins creyesen que era mágico, o que fuese importante por alguna razón. O puede que no. Con los goblins uno nunca puede estar seguro.
[Shadril]
Algo decepcionada, la elfa de plateados cabellos, recogió el batiburrillo de objetos que había montado y los guardó con cuidado para un futuro. Quizás, más adelante, se le pudiera sacar algo más de jugo al colgante de la runa, podría ser un tipo de símbolo relacionado de alguna extraña manera con la misiva de los elfos oscuros.
Para curiosidad de Aramir se guardó también la espada corta, aunque sabia por su forma de combatir que no era del estilo de las que manejaba la elfa, alegó para ella que algo le había llamado la atención sobre su manufactura, pero lo cierto es que solo en parte le picaba la curiosidad, el resto era cierto tipo de teoría filosófica sobre la importancia de una espada en zonas peligrosas, que para ella era equivalente a la de las provisiones. Y también, de paso, pensó que podría servirle como entretenimiento tratar de devolverla a un estado más respetable.
Como ninguno de sus compañeros parecía quejarse, prefirió dejar para más adelante tomar algún tipo de refrigerio, aunque en el fondo, creía que a manudo solían tener una actitud demasiado severa como para permitirse mostrar debilidad ante ella. Así que recogió también las provisiones y lo dejó todo preparado para ponerse en camino.
Shadril aconsejó a sus amigos que ocultaran las posibles pistas de su paso por aquel lugar, sus experiencias pasadas le habían enseñado la utilidad del sigilo, y prefería no dejar información gratuita por si algún posible enemigo volvía por la zona.
Mientras sus compañeros borraban los rastros del combate, Shadril aprovechó el intervalo para retomar sus responsabilidades morales y volver a su pequeño plan. Llevó por si misma los cuerpos de los trasgos y las pertenencias que habían desechado a una esquina y los depositó de forma que parecieran estar descansando un sueño eterno.
Rezó una oración por sus almas, pues la elfa respetaba con honor el combate contra sus oponentes; y al final, cuando hubo terminado, se alejó hacia el centro de la cueva, pidiéndoles al explorador y al guerrero que se alejaran un poco.
Después de estudiar un rato la configuración de la forma de la piedra que tenían las superficies de la cueva, tomo una decisión, e inició una invocación de su poder. Se agachó tocando el suelo con su mano izquierda, y por unos instantes su voz sonó como el dulce recuerdo de un susurro olvidado en los ecos oscuros de los miles de cavernas de la antípoda oscura. – Kirjurin kätkeä maahan muutos, kolmannes laakea: Kivinen Hahmottua. –
Por sus venas corría, en parte, la sangre del linaje de aquellos que habían sido desterrados a vivir en lo más profundo del mundo, y el recuerdo de sus pactos despertó el poder de la elfa sobre la tierra. La piedra del suelo de la cueva empezó a burbujear y, después, al alzar la sacerdotisa levemente la mano, en un rápido y sorprendente movimiento de oleaje, recubrió todo atisbo de existencia de los cuerpos de los trasgos. Shadril cerró el puño, y con un profundo crujido, la piedra se volvió a solidificar adoptando otra vez los caóticas perfiles naturales que formaban parte de la erosionada superficie. La elfa se esforzó para que la nueva fachada no tuviera ninguna apariencia de haber cambiado sobrenaturalmente.
Aunque orgullosa de su trabajo, prefirió pedirle su consejo personal a Amroth para que le ayudara a cubrir cualquier posible rastro final en la alteración del entorno. Una vez terminaron la meticulosa tarea, se prepararon para ponerse en camino. La sacerdotisa se dirigió hacia el exterior preguntándose si habría cambiado el tiempo.
Por un instante, recordó que desconocían totalmente lo que podría hallarse en la torre a la que se dirigían. Así, que decidió consultar con sus compañeros aventureros:
- ¿No seria mejor que Amroth se adelantara un poco para ver que hay en la torre? – Pregunto dulcemente.
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Tras dar la debida sepultura a los desgraciados goblins y comer algo, el grupo aventurero descansó en el interior de la caverna hasta que la tormenta por fin amainó. Aún caían las última gotas de lluvia cuando el grupo, con el explorador elfo a la cabeza, abandonó el refugio para dirigirse a la torre en ruinas que habían visto antes de que la tormenta se desatase. Quedaban pocas horas de luz, pero no debía estar lejos.
Las últimas luces del día aún iluminaban las montañas cuando alcanzaron la torre. La casi extinta luz les permitió echar un vistazo detallado a la torre antes de prepararse para pasar la noche. Las ruinas pertenecían a lo que debió ser una torre de guardia, con toda seguridad de manufactura enana y muy antigua. Se pueden reconocer tres plantas en la torre, aunque parece claro que originalmente tubo al menos una planta más. El acceso al interior de la torre es sencillo, pues la pared este ha desaparecido casi por completo. Las sombras cubren por completo la parte interior de la torre, sin embargo, la excelente visión de los integrantes de la expedición les permiten ver con claridad que no hay habitaciones, sólo una gran sala que ocupa todo el espacio. No hay mobiliario ni ventanas, aparte de que falte una pared. La puerta, de madera podrida hace mucho, con refuerzos metálicos, hace tiempo que no es necesaria. A unos metros de ella, una escalera de piedra lleva hasta la planta superior.
Un edificio antiguo, en este lugar concreto y en su estado actual, parece un lugar perfecto como refugio temporal, y no son los primeros que lo piensan. Hay claras señales de que ha sido utilizado como refugio con anterioridad en numerosas ocasiones por todo tipo de criaturas, tanto humaniodes como animales. Aunque ahora parece que no hay nadie más, los restos de campamento sugieren que se utilizó como tal hace un día como mucho.
Dada su situación y altura, de tres pisos, sería un buen puesto de vigía, pues desde lo alto se podrá ver una gran distancia. Sin embargo, aunque desde el exterior no se ve con claridad, parece que la tercera planta está en muy mal estado, y podría ser peligroso subir hasta tan arriba.
Ahora, en la incipiente noche, desde vuestra posición aventajada podéis distinguir tres fuentes de luz en la distancia. Dos de ellas son fijas, posiblemente fuegos de campamento, uno hacia el noreste y otro, considerablemente más grande, hacia el noroeste. Además, podéis distinguir otra luz, esta vez móvil, seguramente una antorcha hacia el este. Esta última es la que más cerca está de vosotros, a tan sólo unos minutos de camino seguramente y se mueve de sur a norte. No está claro si se dirige a alguna de las otras luces.